Lullaby

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No sabía dónde estaba, el lugar era amplio y oscuro, como si estuviera en el vacío

Sus muñecas ardían como el demonio cada vez que las movía entre las cuerdas que lo mantenían quieto en el pilar de concreto, sus brazos se sentían terriblemente adolorido por la posición en la que se encontraba, sus resoplidos e intentos por hablar eran ahogados por el trapo que tenía amarrado, y su nariz torturada por el nauseabundo olor que llenaba la habitación

Olía...olía a alcohol, carne y...queso podrido

Quiso gritar desesperado al finalmente reconocer donde estaba. Olvidándose del dolor, se removió violentamente en un intento de liberarse, soltaba gritos que no llegaban a oídos de nadie, mientras sus ojos se empañaban con lágrimas de pánico

Otra vez no...¡otra vez no carajo!

El miedo se había apoderado de él sin que pudiera evitarlo, su mente se nubló con la desesperación y el pánico, cosa que lo distraía del dolor y la sangre de brotando de sus muñecas cautivas, y de la presencia que emergía de las sombras

El hombre hizo resonar sus pasos con fuerza, para que su víctima supiera que se acercaba, que no tenía escape

Huevo quería gritar hasta que sus pulmones se desgarraran, pero la presencia del sujeto era tan pesada e intimidante que su voz se corto, sus movimientos se detuvieron, y el aire se le hacia pesado, difícil de respirar

––¿Cuál crees que sea el juguete de hoy Trubon?––Hurtado le sonrío con sorna, el sadismo reduciendo en su mirar

Solo pudo verle con ira, tratando de aparentar valentía, tratando de que sus lágrimas no se derramaran

Porque eso es lo que quería, el desgraciado solo quería lastimarlo hasta que se quebrara, hasta que no fuera más que un gusano retorciéndose en agonía, suplicando una clemencia que jamás tendría

Así había sido con los otros, y para Archibaldo, este mocoso solo era otro de los que irían al pozo

––¿El cinturón? Uhmm no...––hacia gestos pensativos y burlones mientras caminaba––...¿El cuchillo? Hoy no tengo ganas de limpiar la sangre––

Se rebajo a la altura de su cautivo, desatando el trapo de su boca. Para oírlo gritar en minutos

––Esta vez será una marca más duradera––sonrío con malicia el mayor, sacando de su espalda el artefacto de tortura

Un metal ardiente, en forma de número siete. Para marcar a su séptima víctima

En vano fue forcejear, el hombre alzó su sucias y desgastada camiseta, dejando su torso a la vista y tapando sus ojos con la misma camiseta

Sintió un insoportable y punzante ardor en su pecho, arracandole un grito desgarrador, sus lágrimas salieron a montones y sin aviso, y la risa maniática de Hurtado fue lo último que escucho antes de ver la penumbra

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Su corazón latía demasiado rápido, siendo un tambor insoportable en sus oídos, su cuerpo estaba bañado en sudor frío, y sus mejillas estaban recubiertas de lágrimas

Fue una pesadilla, estas bien, estas a salvo

Quiso pensar para calmarse, pero su cuerpo parecía no escuchar a su cerebro, sus lágrimas salían sin control alguno, su corazón seguía agitado del susto, sentía su garganta cerrarse, el aire le faltaba

¡MALDITOS ATAQUES DE PÁNICO!

Su respiración era cada vez más irregular, su cabeza daba mil vueltas, haciendo que pronto se sintiera mareado

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