Laika kids stories

Peter Pan

Sus días y noches siempre habían sido solitarios, fríos, descoloridos, sin nada que la hiciera sentir algo similar a la alegría, siempre era lo mismo, el mismo sentimiento monótono de soledad la embargaba desde que tenía memoria

Su única compañía eran los personajes que encontraba en los libros de cuentos y aventuras que abundaban su habitación, en cada página y cada historia, se podía sentir más viva de lo que se sentía en la realidad, porque en esas historias ella tenía una infinidad de oportunidades, lugares que ver y gente con la que hablar, un millón de formas de abrazar una libertad que en su propia carne no poseía. Aveces llegaba a la profundidad del océano con bellas sirenas, aveces desenterraba antiguos tesoros y reliquias mágicas en el desierto, y en ocasiones era guiada por entes mágicos a sus míticos reinos

En cada historia era una vida e historia nueva, tan gratas y emocionantes que no le importaba leer la misma historia varias veces

Pero, desde siempre, siempre ha tenido una historia preferida, esa que leía sentada junto a la ventana, narrandola en ocasiones al hombre de la luna y las estrellas. La historia de Peter Pan, el chico que jamás crecerá, el chico que era dueño de sus sueños y su libertad, el que cuidaba las tierras de Nunca Jamas en compañía de los niños perdidos, niños que tampoco deseaban crecer, y que Peter Pan se llevó a esa tierra encantada para que su deseo se cumpliera

Desde que encontró la historia, se enamoró de esta, por eso siempre la leía junto a la ventana, con la pequeña esperanza de que un día, Peter Pan le sonreiría a través de la ventana, la invitaría a surcar los cielos y llevarla a Nunca Jamás, y ella de inmediato aceptaría

Porque Winnie deseaba escapar de su gris realidad y convertirse en una niña perdida, para vivir todas las aventuras que le vinieran en gana

Y después de tantos años, de tantos noches susurrando sus deseos a la segunda estrella a la derecha, lo que más anhelaba se le concedió

Aunque no de la forma en la que ella esperaba, mucho menos como se lo había imaginado

Era una noche como cualquier otra, despejada y brillante, pero taciturna y oscura en su recamara. Era como si en esa pequeña habitación no estuviera permitida la entrada de la luz de la luna, lo único que le permitía ver las escrituras del libro era la luz tenue de la vela que previamente había encendido. Leía en voz alta, pero no la suficiente como para que la oyeran en el pasillo

--Wendy se despertó abruptamente por los estruendos, y cuando sus ojos vieron a un muchacho peleando con una figura oscura, pensó que seguía soñando, porque si no era eso, ¿Cómo era posible que Peter Pan estuviera luchando infantilmente con su sombra en el techo de la recamara?...--

Cortó sus propias palabras, al notar en la página una mancha negra que se creaba gracias a la luz externa de la luna y la de la vela. Una sombra

Se volteó tan rápido hacia la ventana que casi pudo lastimarse el cuello por el repentino movimiento, sus párpados se abrieron como un par de ventanas dejando al descubierto la sorpresa y temor en sus pupilas. Soltó un pequeño gritó a la par que se alejaba un par de pasos de la ventana, de una forma tan rápida y bruca que el fisgón al otro lado del vidrio se sobresaltó y perdió el equilibrio, casi cayendo de la ventana

Había un chico en su ventana

--¡Lo siento! ¡No quería asustarte, de verdad!--el intruso exclamó con voz agitada y nerviosa, probablemente por el susto que se llevó y el temor de estar colgando de un segundo piso

La pelirroja se obligó a regular su respiración, miró a su alrededor con urgencia, al enfocar en su tocador se abalanzó hacia este, abrió un cajón, sacó unas tijeras y volvió a cerrar el compartimiento con rapidez. Apretó las tijeras contra su pecho para contener los nervios y el miedo, se acercó a paso cauteloso a la ventana y la abrió con lentitud, se asomó solo dejando ver su cabeza y la mano que sostenía las tijeras, mostrandole al chico que colgaba que no iba con tonterías