Voluble (Catradora)

Capítulo XIX

"Ahora todos los pájaros han huido
El dolor sólo me deja asustado
Perder lo que he conocido
Todo se ha vuelto demasiado"

...Flashback...

Los pasos de una mujer resonaban a través de la lluvia.

Corría desesperada, tratando de huir de sus captores, de su abdomen escurría sangre a causa de una herida que ellos mismos causaron.

Necesitaba alejarse lo más pronto y poner a su hija a salvo.

Corrió, corrió y corrió hasta que no pudo más, sus brazos entumidos por cargar con aquella caja, la herida en su abdomen y la pérdida de sangre le estaban pasando factura.

—Tranquila, mija. Estaremos bien.

Ni ella estaba segura de que sería así, el tiempo se le agotaba y aquellos hombres no iban a descansar hasta verlas muertas.

Pensó en la Rebelión como una alternativa, pero la descartó al ver la posibilidad que allá correría la misma suerte por sus orígenes.

Por suerte llegó hasta un callejón, puso la caja con la pequeña cerca de una lámina para evitar que la lluvia la alcanzara, dio un vistazo a aquellos ojos bicolor que la miraban con curiosidad y susurró.

—Lamento hacerte pasar por esto mi pequeña, perdón por traerte a este mundo y darte esta vida que no mereces. Ojalá encuentres a alguien que si te de lo que yo no pude.

La niña solo observaba en silencio sin saber el significado de esas palabras.

Y ella había aceptado su realidad.

La mujer hizo una seña con su dedo indicando que hiciera silencio. Salió del callejon al oír los pasos pesados de aquellos hombres a través de la lluvia y los encaró. Ellos notaron que ya no tenía la caja.

—¿Donde dejaste a esa engendra?

La mujer los miró con odio y les escupió encima.

—Púdranse

Los hombres perdieron la paciencia y le apuntaron con sus armas

—Vete al infierno maldita perra.

Ella solo quería ser feliz.

Pobre ser inocente, no tenía la culpa de nada y aun así tuvo que pagar el precio por algo que no hizo.

Hasta que llegó alguien a mostrarle los colores en aquella gris realidad en la que había nacido.

...Fin del Flashback...

***

—Uno, cinco, diez...¡Voy!

La pequeña ojiazul terminó de contar torpemente, analizó sus alrededores hasta que dio con el tronco de un árbol. Subió tal como su Mami le había enseñado una vez que iban a bajar frutas que crecían en lo alto. Cosa que terminó con una Finn llena de polvo, hojas y ramas enredadas en su cabello y con algunos raspones.

"Aquí no me va encontrar" se dijo a sí misma

Soltó una risita traviesa que cubrió con su mano para amortiguar el sonido.

Pasado un largo tiempo escondida, dónde no hubo señales de su amiguita Frosta, Finn se cansó de esperar y se bajó del árbol siendo ella la que va a buscarla. Vagó sin recordar muy bien hacía dónde tenía que dirigirse para llegar a su Hogar, cuando creía ir por el camino correcto, sonaron las alarmas de emergencia.