31.- Sumisión (2)

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Les hice la secuela así que comenten mucho

Nezuko tenía la mirada fija hacia ese pequeño lugar en específico, sus cejas ligeramente alzadas, su expresión era de total atención y la mirada con ese brillo de ternura estaba presente en sus ojos

Analizó la imagen por completo grabándola en su memoria para siempre, ladeó la cabeza recargándose un poco más sobre el barandal, inclinándose hacia adelante en un movimiento suave, llevó su mano hacia dentro de esa cunita tanteando las suaves cobijas, las extendió un poco más cubriendo hasta el pecho el pequeño cuerpecito que descansaba ahí dentro

Acarició su pecho con ternura por encima de las cobijas, su caricia subió hacia el pequeño y tierno rostro sintiendo la piel tan suave de sus pequeñas mejillas haciendo que una sonrisa se formara en su rostro

Su hijito

Su pequeño bebé de apenas tres meses de nacido se encontraba profundamente dormido, envuelto en sus cobijas

Era precioso

Su pequeñito era igual a Tanjiro, tenía su mismo cabello pelirrojo, sus mismos ojos color carmesí, sus facciones, la única diferencia que podía decir que había entre los dos era la piel tan blanca de su bebé heredada por ella en un contraste con la piel algo bronceada de Tanjiro, pero sin duda, era completamente igual a él

Y eso lo hacía más hermoso a sus ojos, amaba a su hijito

Jamás creyó conocer otro amor de tal magnitud como el que le tenía a Tanjiro pero entonces su bebé llegó haciéndola amarlo con toda su alma, era un amor tan diferente al que le tenía a Tanjiro pero al mismo tiempo tan infinito como el que le tenía a él, amaba tanto a su pequeño, tanto que nunca dudaría en protegerlo con su vida

La puerta de la habitación se abrió sobresaltándola, volteó a ver enseguida el motivo del sonido encontrándose con su esposo, parecía haberse despertado apenas puesto que él aún estaba en su ropa de dormir y dejó escapar un bostezo en lo que entraba a la habitación

—buenos días— él le sonrió

—buen día— ella le devolvió la sonrisa con timidez —el desayuno ya está listo

El agradeció y terminó de acercarse a ella, le acarició la mejilla de forma suave y después regresó su mirada a donde inicialmente había estado la de Nezuko

Su pequeño bebé

El pecho de Tanjiro se llenaba de un inmenso amor y calidez cada que veía a su pequeño, sin duda ese bebé junto con Nezuko era lo más hermoso que tenía en su vida, se inclinó sobre la baranda de la cuna para verlo mejor, él dormía tranquilo, su respiración acompasada y el suave aroma que desprendía hizo a Tanjiro sonreír con felicidad

Nezuko pegó un pequeño saltito asustándose un poco cuando sintió repentinamente una mano sobre su cintura, Tanjiro la atrajo hacia él en un gesto cariñoso abrazándola, ella lo dejó que lo hiciera encontrando la calidez latiendo en su corazón, correspondió el abrazo pegándose a él y escondiendo su cabeza en el pecho de Tanjiro por sobre la tela de la pijama

—te amo— le murmuró haciendo que ella se aferrara más a él

—y yo a ti

Siguieron abrazándose durante unos momentos más hasta que el sonido de un leve quejido los regresó a la realidad, Nezuko fue la primera en reaccionar volteando a ver a la cunita donde su bebé comenzaba a abrir los ojos, ambos se separaron para mirar al pequeño

Nezuko se acercó de forma rápida y con dulzura lo descubrió de las cobijitas y lo tomó en brazos

—buenos días bebé— habló acomodándolo entre sus brazos y mirándolo con una gran sonrisa —¿dormiste bien? Mi chiquito

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