37.- Guerra y amor

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Todo había empezado cuando ella tenía catorce años de edad, ya era una señorita le había dicho su madre, no pensó que ser señorita en ese entonces fuera a condenarla a lo que tendría que pasar cuando la guerra se había desatado

Siempre vivió en un pueblo antes de eso, las cosas eran bastante tranquilas y si bien su padre había enfermado sin cura hace unos años dejando solos a su familia, al menos tenían lo justo y necesario

Ella era la mayor, o bueno, al menos ahora lo era, había tenido un hermano mayor, le dijo su madre y ella tenía vagos recuerdos de él, el niño era diez años mayor que ella y solo recordaba en su tierna infancia como solía tomarla de la mano para llevarla a caminar a la plaza con una sonrisa gentil

Ella le preguntó una vez a su madre la razón de la diferencia de edad a lo que su madre le dijo que su padre había sido un hombre enfermizo, estuvo mucho tiempo en recuperación la primera vez que enfermó y no habían podido tener más hijos pero cuando se había recuperado entonces habían llegado ellos y los habían recibido con amor, eso hasta que Rokuta nació y meses después su padre tuvo una recaída en aquella enfermedad aún desconocida por ellos que terminó por llevárselo, desde entonces su madre, haciendo costura y prendas había sabido sacarlos adelante y enseñarles cómo hacerlo para que pudieran ayudarla en al menos saber que podrían comer un día más

Y de su hermano mayor no se hablaba mucho, cuando Nezuko había cumplido cuatro años y el mayor catorce, se habían desatado las guerrillas y los soldados de paso habían venido por todas las casas sacando a los niños lo suficientemente grandes como para llevar armas y "ayudar" a la causa

Se habían llevado a su hermano y a otros más del pueblo y después simplemente habían pasado un comunicado donde los daban perdidos en batalla

Jamás preguntó de nuevo, ver a sus padres empapados en lágrimas por eso, ver el dolor en los ojos de su madre cada que le preguntaba por su hermano mayor fue fatal, por lo que con el tiempo aprendió a no mencionar más aquel tema y su mente fue bloqueando ese recuerdo como algo difuso y borroso

Desde entonces su vida había sido tranquila, se firmó un acuerdo de paz y aunque fue temporal, al menos la paz reinaba el lugar, ella había crecido y cuando cumplió catorce años su madre le había hecho un bonito vestido para celebrarlo, ella estaba feliz, organizó una comida a medida de sus posibilidades y finalmente le había dado el permiso de invitar a ciertas personas, entre ellas a su novio y futuro esposo, estaba emocionada, él le había prometido que se casarían el año venidero y no podía esperar para hacerlo, constantemente se imaginaba a ella misma en un vestido blanco hecho por su madre en el altar de la iglesia del pueblo dándole el sí a él, de verdad lo quería

El tiempo de paz permitió que en su pequeño festejo se anunciara el compromiso de ambos haciendo que su madre derramara lágrimas de felicidad abrazándola, todos estaban contentos y aplaudiendo y ella estaba más que feliz, totalmente feliz

Sin embargo esa felicidad solo había durado un par de meses más puesto que el tratado de paz había llegado a su fin y ahora no se pudieron considerar guerrillas, si no una guerra en caos total

Aún recordaba esa tarde como si fuera ayer, fue una tarde de llovizna fresca y un poco de niebla qué pasó, la campana de la iglesia del pueblo había sonado con fuerza anunciando la llegada de las tropas y su madre en su desesperación había corrido a esconderlos a ella y a todos sus hermanos en el refugio de emergencia que tenían debajo de la casa, ese mismo que habían construido desde que lo de su hermano había pasado

Sin embargo su madre había corrido al pueblo para tener un panorama más certero mirando aterrorizada como habían comenzado a destruir las casas en busca de muchachos y esta vez, también llevándose a las señoritas

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