Capítulo 3

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"La vida nunca te garantiza el éxito". Michael Schumacher, piloto de Fórmula 1.

Unas horas más tarde, ambos chicos han recorrido casi todo el hospital, sus risas siendo un alboroto mientras recobran la respiración en las terrazas del edificio.

—Si esa enfermera gruñona me reconoce estoy acabada —admite entre respiraciones pesadas Astrid.

Pasa una mano por su frente, limpiando las gotas de sudor que la recorren; Arthur hace lo mismo mientras frunce el ceño por tener el sol justo en su dirección.

—¿Qué tal si deshaces tus trenzas para despistarla?

—Claro, porque un muchacho con un mono rojo encendido no llama la atención —responde con elocuencia la castaña.

Se quedan un momento en silencio, cada uno apreciando la vista desde las alturas y sintiendo el aire fresco correr por sus cabellos. Entonces Astrid siente la resequedad en su boca y recuerda un lugar cerca de allí.

—¿Quieres algo de beber? —le propone a Arthur, tomando su lugar detrás de la silla para empezar a empujarlo.

—De acuerdo.

Bajan con cautela de no llamar más la atención de todo lo que hicieron hace un rato y por fin salen del hospital. Astrid camina unos cuantos metros a un café rústico, al entrar el encargado detrás de la barra la reconoce y la saluda con una sonrisa.

—¿Vienes seguido aquí? —pregunta Arthur, alzando una ceja.

—A veces. Era de los lugares favoritos de mi papá.

—¿Era?

—Él murió —repone Astrid tomando asiento enfrente de él—. Pasó sus últimos días en ese hospital y para despejar mi mente yo venía aquí.

—Lo siento mucho, Astrid, no sabía.

Ella se encoge de hombros, restándole importancia, aunque realmente no sea así.

—Está bien —dice, apartando la vista con sus manos sobre su regazo—. ¿Se te antoja algo?

El chico empieza a leer la variedad de nombres que se encuentran en la cartelera detrás de la barra, pero queda confundido con tanto de donde elegir y con una sonrisa nerviosa se gira hacia ella.

—Sorpréndeme.

Volviendo a su característica sonrisa, Astrid se pone de pie golpeando la mesa y acercándose a Frank, el señor barista del lugar.

—Astrid, Astrid, mi querida Astrid —le saluda.

La chica le sonríe de oreja a oreja, observando al amable señor.

—Frank, Frank, mi querido Frank.

—¿Lo mismo de siempre?

—Sip y una limonada rosa, por fa.

Frank asiente y se aleja para preparar el pedido mientras tanto, Astrid gira la cabeza hacia la pantalla en la esquina del local y nota que están pasando la clasificación de Fórmula 1. Su ceño se frunce al tiempo que esboza una sonrisa.

—Interesante coincidencia —murmura para sí misma. Regresa a su puesto donde Arthur está concentrado en su celular y le toca el hombro—. ¿Ya viste quien está en la televisión?

Arthur alza la vista y con una ceja alzada sigue el dedo de su nueva amiga y una sonrisa divertida es su respuesta.

—Hasta desde lejos me acompaña.

Ambos se quedan viendo la quali* unos minutos hasta que Frank llama a Astrid por su orden, esta le pega y deja su respectiva propina. Dando saltitos de emoción deja enfrente de Arthur un vaso grande con lo que parecen ser la combinación de dos helados y alguna fruta encima con algunos polvos.

Fire meet gasoline - Charles Leclerc Fic ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora