Capítulo 51

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"No hay curva en la que sea imposible adelantar. Solo es cuestión de decidir cuál es el mejor momento para hacerlo". Ayrton Senna, piloto de Fórmula 1.


—¿A dónde me llevas?

Astrid ríe mientras Arthur sigue empujándola desde atrás para que se apresure. Después de la sesión de fisioterapia por la mañana, ambos han ido de un lugar a otro por la ciudad terminando de visitar aquellos lugares que la castaña aún no había tenido la dicha de disfrutar.

Vamos, vamos, vamos —dice Arthur en francés—. Llegaremos tarde.

—¿A qué? —pregunta ella con diversión dejándose llevar por su amigo.

El rubio no dice nada y sigue con su trabajo de empujarla hasta que llegan a un local y él le abre la puerta para que pase.

—¿Una tienda de quesos?

La chica vuelve a ver a su amigo con una ceja alzada y una sonrisa ladina mientras Arthur le sonríe con inocencia y asiente con la cabeza, alzando un brazo para señalar al interior.

—He visto que te gusta mucho el queso —explica con simpleza—. Siempre que comes pasta le pones la ración de dos personas o más, así que pensé que antes de irte, te gustaría estar en una degustación.

Astrid le sonríe de forma tierna y asiente. Ambos se adentran en el local y siguen la fila de personas que se encuentran con el mismo objetivo, inician con unos cuantos quesos, pero mientras más avanzan, los olores se van mezclando hasta el punto en que Astrid no logra soportarlos. Arthur la ve haciendo muecas, no obstante, no se preocupa hasta que la ve taparse la boca y salir corriendo del lugar hacia el exterior.

—Astrid —la llama, aunque esta no hace caso y busca un basurero.

A diferencia de la noche anterior, en esta ocasión, Astrid vomita todo lo que se encuentra en su interior y por fortuna, lleva su cabello recogido en dos pequeños moños bajos y no tiene que preocuparse mientras Arthur pasa su mano de arriba abajo por su espalda.

—Sácalo todo, amiga.

La castaña suelta un suspiro, sintiéndose hasta un poco mareada al tiempo en que limpia una gota de sudor de su frente y una nueva arcada la sorprende a causa del mal olor del basurero. Cuando ya no queda más que extraer de su pobre estómago, Astrid saca papel de su mochila y una botella con agua; limpia su boca al mismo tiempo en que se enjuaga para quitar el mal sabor de esta.

—No quiero alterarte, pero ¿no crees que es raro que lleves con esos malestares tres días seguidos?

La chica bota el papel usado y emprende camino mientras toma un largo trago de agua para apaciguar los malestares internos.

—No digas eso.

—Solo piénsalo, Astrid. No habías presentado ni un problema con la comida antes y ahora de la nada, llevas tres días con náuseas, mareos y vómitos. ¿Tú no crees...?

Astrid se detiene en seco enfrente de él.

—No termines la frase —le advierte en un tono seco, pero alarmado—. Yo no sé...

Las palabras se le atoran en la garganta sin saber que decir mientras ve a los ojos verdosos de su amigo, quien espera por una explicación. Sin embargo, su pequeña conversión se ve opacada por la presencia de alguien.

No puede ser —chilla en francés, bajando los brazos de golpe y haciendo que las bolsas que lleva choquen contra sus piernas—. ¿Qué tengo que hacer para que te vayas de aquí?

—Buen día para ti también, Charlotte —saluda Arthur con una sonrisa falsa.

La monegasca lo ignora por completo mientras escanea a Astrid de arriba abajo con ojos furiosos.

Fire meet gasoline - Charles Leclerc Fic ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora