NARRADOR
Los guerreros partieron, a una guerra que, desde el comienzo, estaba perdida. Nadie podía hacer frente a un puñado de animales que solo se divertían cazando y matando inocentes.
La mazmorra a la que se dirigían era la más temida del territorio. No por nada el líder había adoptado ese apodo con el que se le conocía en todos lados: “Morte”.
Jan sabía perfectamente bien que ni el hermano de su padre, ni nadie, podía hacer algo para detenerlo. Solo había algo que quedaba por hacer y eso era la guerra.
Tardaron alrededor de tres lunas para llegar, ya que la mazmorra quedaba lejos de la civilización humana. Los vampiros y licántropos tenían que mantener en secreto su origen, porque si no lo hacían así, la diosa luna derramaría toda maldición sobre el clan o manada.
—Es aquí— dijo Jan, con un montón de emociones sobre él —a partir de aquí debemos ser cautelosos— salió del escondite —Iré primero, ya que no podrán sentir aroma salir de mi. A mi señal ustedes saldrán— sin dudarlo y sin pensarlo dos veces se encaminó, aunque el pánico de volver a ver a su padre, lo superaba.
Una vez llegó a la puerta de la mazmorra, se paró frente a la entrada y dio un suspiro antes de abrir la puerta. Abrió la puerta y dio un paso al frente, entrando al oscuro lugar —¿Dónde está Louis?— cuestionó a todos aquellos vampiros que se encontraban disfrutando de su cena.
Ellos voltearon a ver a Jan, el cual se encontraba en su verdadera forma. —Es Janet— comenzaron a susurrar.
Cuando la noticia llegó a los oídos de Louis, este se encaminó al encuentro del chico —Mi amada hija— sonrió acercándose rápidamente, —Por fin vuelvo a verte, estoy muy feliz.
—No volví para quedarme— el chico retrocedió y salió de la mazmorra, en donde el sol aluzaba a su máximo esplendor, eso, claramente, dañaría a cualquier demonio de sangre pura, como lo era su padre y los miembros del clan.
—¿Qué haces?— la molestia comenzó a reflejarse en el manipulador hombre —Entra para que pueda recibir de vuelta a mi hija.
—No lo haré— el chico retrocedió otro paso —Deja de llamarme hija, porque no soy tu hija, yo no soy una chica— comenzó a tomar la forma en la que se sentía más cómodo —Este soy yo realmente, pero tú no lo entenderás.
—Asombroso— el hombre se colocó aquella capucha que le impedía ser quemado por los rayos de sol —Mi hija es asombrosa— salió de la mazmorra y se acercó a donde él se encontraba —Con tu don podemos conquistar lo que queramos.
Jan se dio media vuelta, mirando a la dirección en la que los demás se encontraban, asintió y se giró nuevamente —Desde que me fui de este lugar me sentí libre— miró a su padre desafiándolo —No volveré a un lugar en el que no me da seguridad, no volveré a un lugar en el cual me siento sofocado.
Los demás salieron de su escondite y, lentamente, se acercaban a donde Jan se encontraba —Pero si nos has traído comida— el hombre sonrió.
—No es así— dijo Jan —Ellos son mi verdadera familia, así que estoy ayudando a rescatar a los míos, de tus garras y tus maltratos.
Louis comenzó a reír a carcajadas, el comentario de Jan si que le había causado gracia. —Según tu, ¿Cómo harán eso?— se rebajó a la altura de Jan, para susurrar en su oído.
—Conozco tu debilidad— Jan también se acercó al oído del hombre y susurró, después formó una sonrisa en sus labios —Soy yo tu heredera, si tú mueres, el clan es mío.
—No te atreverías— el hombre se alejó y lo miró a los ojos.
—¿Quieres ver que puedo?— él también lo miró, desafiando su autoridad.
Louis se puso alerta y llamó a su clan, para pelear. Los licántropos que acompañaban a Jan tomaron su forma lobuna, alfas poderosos, con un aura dominante, intimidante.
—Veo que ahora ya no hay nada que tu estúpido clan pueda hacer para defenderse— miró detrás del hombre y vio a todos los demonios con los que había crecido.
—Leo— Louis llamó al guerrero más fuerte del clan. El demonio caminó y se posicionó al lado del hombre —Hazla venir— ordenó.
—Pero…— el chico trató de reusarse, pero el hombre con el que trataba era su líder y no podía hacer eso.
—¿Estas tratando de confrontar las decisiones que tomó?
—No, señor— el chico agacho la cabeza y luego se acercó a Jan. —Lo siento— susurró.
—No lo hagas— dijo Jan, pero el chico sabía que aquel con el que había compartido tardes amenas era un perro fiel a su padre.
Leo, aquel en quien Jan mas confiaba cuando vivía en la mazmorra, ahora estaba sometiéndolo, para que hiciera toda orden de su padre.
Una vez el chico estuvo bajo el control de Leo, Louis comenzó a ordenar. Caminó muy lento hasta llegar al oído de Jan —Primero vuelve a tu forma original, me repugna verte así— susurró autoritario. Tal cual ordenó, el chico obedeció —Bien, ahora tráelos conmigo— sonrió satisfecho.
Aquel hombre conocía a la perfección cuán poderoso podía llegar a ser Jan. Un híbrido con la bendición de dos especies podía hacer cosas que eran inalcanzables para él. Por esa razón odió la idea de dejarlos ir, el hombre sabía que en el futuro el poder de aquel hibrido podía llevarlo a la victoria en todas sus peleas.
Jan se giró, influenciado por la orden de su padre. Primero se desvaneció en el aire y después comenzó a atacar sin piedad. Su único objetivo en ese momento era cumplir la orden de su padre.
—¿Qué hace?— se cuestionó el vampiro.
Los lobos se pusieron alerta y trataron de detener el ataque de su contrincante, pero les fue inútil. Jan no era Jan en ese momento.
Cuando Jan venció a casi todos los lobos y llegó a donde Elyan se encontraba lo atacó, pero no le causó el mismo daño que al resto, se resistió y lo dejó marchar. Él era su destinado, por el que debía morir. Y a quien no debía dañar jamás. Porque las leyes de la diosa luna así lo mandan.
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Alfa y Omega [EDITADO]
Hombres LoboEl alfa y el omega nacieron para estar unidos. La diosa luna así lo manda. El omega complementa al alfa y viceversa. Alfa y omega deben estar juntos. Ese es el régimen que los antepasados, guiados por la diosa luna, dictaron en las leyes. Pero ¿Y...