CAPÍTULO 30

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Al volver a la casa, Jan fue recibido y fue directo a su habitación para que las criadas lo ayudaran a cambiarse. Tenía que estar presentable para el glorioso momento. Finalmente sería libre. Finalmente dejaría de huir. Finalmente no habría cadenas que lo ataran, finalmente.

—¿Eso fue lo que escogió mi padre?— cuestionó mirándolas.

—Creyó que era el mejor atuendo de la tienda, para él fue el mejor vestido que los empleados de la tienda le mostraron.

—Como sea— rodó los ojos y se quitó la ropa —Apresúrense— susurró y seguido las mujeres comenzaron a cambiarla.

Al término tomó la cadena de Elyan y salió de la habitación, caminando con elegancia y mirando a todos con superioridad.

Una vez llegando a la presencia de su padre, se acomodó en su silla y esperó sentado a que los líderes de los clanes llegaran.

Al anochecer, todos los líderes ya se encontraban ahí. Louis los invitó a pasar al comedor y los subordinados llevaron la selección misma por Louis. —Deleiten su cena— ordenó y, algunos de ellos, bebieron la sangre forzadamente.

—Quiero decir algunas palabras— Jan se puso de pie y tocó su copa que contenía dentro sangre —¿Puedo hacerlo, amado padre?— miró al hombre, con una sonrisa.

—Adelante— el hombre sonrió y miró a su hijo, orgulloso de lo que había creado.

—Quiero brindar por el futuro— comenzó a hablar —Por lo que está por venir y por todas las bendiciones que la diosa luna está por derramar— Llevó la copa a su boca y bebió el contenido.

—¡Salud!— exclamó Louis y también bebió la sangre de su perro fiel.

—Ahora— Jan dejó su lugar y caminó lentamente a donde su padre se encontraba, se paró detrás de la silla y se rebajó a la altura de su mejilla, depositó un beso y se acercó a su oído —Debe disculparme, iré a enjaular a mi perro fiel, volveré lo más pronto posible.

—No demores— Louis lo miró, mientras que Jan caminaba y se perdía entre los enormes corredores.

Cuando ambos se encontraron fuera del campo de visión de Louis, Jan arrebató las cadenas que ataban a Elyan y lo miró —Has tu parte— entregó las llaves de las celdas, mismas que había ocultado entre su vestido —Te veré en un rato más— sonrió y se acercó a sus labios para depositar un casto beso.

—Suerte— Elyan tomó las llaves y se giró, después comenzó a correr y rápidamente se alejó.

Jan se dirigió a su habitación y al entrar se despojó del vestido que llevaba puesto, tomó su forma masculina y se puso la mejor ropa que había en su armario, la que él había escogido minuciosamente para esa ocasión.

Se cambió y cuando estuvo listo salió de la habitación y regresó al enorme comedor. No sin antes pasar a traer a su primo Auguste.

—¿Quién es él?— preguntó uno de los demonios que se encontraba cerca de Louis.

Al decir eso todos prestaron atención al chico que caminaba despacio, en dirección a su padre —Saludos, fieles súbditos— dijo cuando Louis logró verlo.

—¿Qué es lo qué haces, Janet?— cuestionó Louis, furioso.

—No— Jan miró molesto al hombre —Mi nombre no es Janet, soy Jan, Louis— dijo y después se paró en frente de la enorme mesa.—Quiero que de ahora en adelante me llames por mi nombre y me respetes tal cual soy.

Louis se puso de pie y caminó rápidamente hasta donde Jan se encontraba. —¿Qué tratas de decir, chiquilla insolente?
Jan solo rio —Simplemente tu juego terminó.

—¿De qué hablas?

Jan se acercó a su oído —Tus tiempos de emperador terminaron.

Louis rio —¿Qué harás tu, hibrida?— miró directo a los ojos a su hijo —¿Acaso no te das cuenta de la posición en la que te encuentras?

—Puede ser que si— miró detrás de él, donde ya todos los subordinados de Louis se encontraban al asecho —Pero quieres que te recuerde quien soy yo.

—¿Tu? Solo eres basura ante ellos, ¿Qué te hace pensar que un híbrido con sangre mixta puede hacer algo en contra mía?
—Sencillamente tu vida pende de un pequeño hilo colgando de mi mano— elevó su mano mostrando la debilidad del hombre —Soy la daga de sangre. Soy tu muerte— sonrió y tomó el pecho de su padre. —¿Imaginas lo lindo que sería ir con tu querido hermano mayor?

Louis temió y retrocedió unos cuantos pasos. —No es posible— miró con horror a Jan —¿Desde cuando lo sabes?

—No lo sé, tal vez desde antes de escapar por primera vez, o tal vez después de matar a Teo, no lo sé.

—¡Deténganla!— ordenó Louis.

Sus subordinados se acercaron rápidamente a donde Jan se encontraba, pero estos no tuvieron ni siquiera la mínima oportunidad de vencerlo, el muchacho era sumamente poderoso.

Todos terminaron derrotados por Jan, mismo que arrancó sus corazones en un segundo. Al ver lo que había pasado, los líderes de los clanes se pusieron alerta, no querían tener el mismo destino que aquellos demonios.

—Recuerdas, padre— Jan siguió su camino —cuando éramos pequeños mi hermano y yo. Cuando mi madre no resistió y se quitó la vida, cuando tú nos odiabas por haber sido nosotros, cuando tú nos encarcelaste en esta casa, cuando yo me refugié en la biblioteca— sonrió —Descubrí todo tú plan, descubrí que solo nos habías tenido por tu propio bien, para tu propio beneficio.

—Detente, Janet— Louis ya se encontraba acorralado en la pared.

—Temo que no puedo hacer eso. Fue para esto que me creaste, ¿no?— Jan llegó a donde Louis se encontraba —Para matar demonios y lamentablemente tú eres uno de ellos.

—Janet, te ordeno que te detengas— Louis miró, directo a los ojos a Jan.

—¿Alguna vez te pusiste a pensar en si yo estaría de tu lado o no? Para que eso pasara tenías la obligación de hacerme pensar igual que tú, así me tendrías en la palma de tu mano, pero tú descuido solo generó que te odiara.

—No permitiré que hagas algo en contra de tu padre— miró a los líderes —Su emperador les ordena que lo detengan— dijo, pero ninguno de ellos se movió de su lugar.

El chico ya los tenía temblando de miedo, al igual que a Louis —Ellos no te harán caso— Jan sonrió —por más que lo ordenes, ellos ya no te harán caso. Dejaste de ser su emperador.

Ahora si, con la disposición en las manos, Jan tomó el pecho de Louis y comenzó a enterrarle sus largas uñas. —No lo hagas, Jan, por favor— Louis pidió, pero Jan ya no podía detenerse.

—¿Recuerdas lo que le dijiste a Teo?— preguntó susurrando en el oído de su padre, mientras que enterraba, aún más, sus garras en el pecho de Louis, —Dijiste que lo verías en el más allá— la nostalgia lo inundó —Dale mis más sinceras disculpas, dile que fuiste tú quien me obligó matarlo— susurró mientras sacaba el corazón del cuerpo de Louis. El chico besó su mejilla y en seguida el cuerpo se desintegró —Me habría agradado tener un mejor padre.

Tiró el corazón de Louis al suelo, mismo que se desintegraba lentamente. En segundos, Auguste se hizo presente y fue a donde se encontraba la gema preciosa, la recogió del suelo y se la acomodó en la ropa. Eso indicaba que el nuevo emperador ya se encontraba con ellos, que ya no había que temer, el peligro había pasado.

Alfa y Omega   [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora