CAPÍTULO 14

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NARRADOR

Hacia el año 1990 nacieron dos pequeños niños, ellos eran mitad vampiro, mitad lobo. Los pequeños, a diferencia de otros niños, no poseyeron lujos, comodidades y mucho menos el calor de un padre, pero si el calor de su madre, misma que los cuidó y amó con todo su ser.

Aunque los pequeños no tuvieron la posibilidad de salir de la enorme casa en la que los tenían, ellos siempre imaginaban cómo era el mundo exterior. Su madre siempre les contaba historias de cómo era el mundo exterior y ellos anhelaban verlo por siquiera un par de segundos.

Los pequeños crecieron, encadenados en esa casa. Una vez su madurez llegó, su poder otorgado por la diosa luna, también lo hizo. Estos pequeños poseían la habilidad de cambiar su forma, aunque ese fue un secreto que nadie tenía que saber.


(…)


—Anet— habló el hombre, llamando a su esclava. La mujer lo miró y esperó la orden —Ven aquí— la mujer asintió y se levantó de la pequeña sillita que se encontraba junto a la ventana, luego caminó y se posicionó frente a su amo.

El hombre tomó su brazo y le dio una mordida, la sangre comenzó a salir y en seguida el hombre comenzó a beber. La mujer cerró los ojos y esperó a que el hombre terminara de consumir su sangre. Una vez el hombre terminó, mandó de regreso a la mujer y salió de la  habitación a la que ella había sido privilegiada por ser la concubina del hombre.

A los pocos minutos la chica y su hermano entraron a la habitación de su madre —¿Cómo estás el día de hoy?— preguntó acercándose y dándole un abrazo.

—Bien, muy bien— la mujer sonrió, tratando de disimular la tristeza que la consumía todos los días.

—Mamá— la chica la miró —Tenemos que salir de aquí, ya no podemos seguir de este modo.

—Lo se, hija mía— la mujer tomó el rostro de la chica con ambas manos —Pero es imposible librarnos de Louis.

—Jan tiene razón, mamá— habló el chico que se encontraba al lado de la chica —Estoy harto de todo esto.

—Lo siento, pero no hay nada que nosotros podamos hacer contra Louis.

—Claro que podemos hacerlo. Solo es cuestión de tiempo y de idear un plan.

Claro que ese plan jamás se consolidó, los años pasaron casi volando, la madre de los pequeños murió y por un segundo aquellos chicos vieron sus sueños perdidos, pero la esperanza es lo último que muere.

—Alista a mis hijos— ordenó Louis a la mujer —Quiero que estén presentables para cuando Teo llegue.

—Si, señor— dijo y se alejó.

La puerta de su habitación fue tocada, ambos chicos se encontraban dialogando amenamente, en cuanto escucharon que la puerta fue tocada se callaron y luego Jan fue a abrir —¿Si?— preguntó a la mujer.

—El amo ordenó que se alisten, vístanse formalmente ya que hoy vendrá su hermano y tienen que estar presentables ya que es una ocasión especial.

—Está bien— la chica dio una falsa sonrisa —avísanos cuando ellos lleguen— dicho eso la chica cerró la puerta y se giró en dirección a su hermano.

—¿Sucedió algo?— preguntó Derek.

—Louis pidió que nos alistemos, su hermano vendrá, ya sabes, será cómo las veces anteriores, así que no te preocupes tanto— la chica se tocó la nuca y caminó hacia el armario —Buscaré tus ropas y las mías.

Los chicos se alistaron y cuando la hora se llegó, la mujer volvió por ellos y los guio hasta el gran salón. Una vez estando ahí, los chicos notaron que, esta vez, el hermano de su padre venía acompañado de dos chicos casi de la misma edad que ellos.

Louis se levantó y caminó hasta donde Jan y Derek se encontraban —Quisiera presentar formalmente a mis hijos— habló el hombre orgulloso —Mi hija Janet— tomó el hombro de la chica —Y mi hijo Derek— tomó, ahora, el hombro del chico.

—No son vampiros— susurró el chico que acompañaba a Teo.

Su hermana lo miró —Lo sé— susurró ella —Pero tampoco son licántropos.

—Ellos— habló Louis caminando de regreso, pero junto a sus dos hijos, mismos que se sentaron a sus costados —Son hijos de una licántropo e hijos de mi sangre.

—Pero ¿Cómo es eso posible?

—Solo es posible— habló Louis —La diosa luna nos favoreció.

—Su aroma es peculiar— agregó el chico y en ese momento recibió la mirada de Jan y Louis.

—Ellos no poseen un aroma— dijo el hombre.

—¿En serio?— miró a Louis —A mi me pareció…— notó la mirada penetrante de Jan, misma que le indicaba que cerrara la boca o corría el riesgo de morir —Creo que fue un error.

—Si, eso debió ser— habló Louis y luego ordenó a las criadas que sirvieran la comida —¿Cómo van los negocios, hermano?— el hombre miró a su hermano, mismo que estaba sentado a la silla del frente suyo.

—De maravilla— el hombre dio un bocado a su comida.

—Qué bueno, me alegra oírlo.

Al término de la comida Louis ordenó que llevaran la selección de esclavos que había hecho por la mañana. Estos ya debían estar bien limpios para dar una mejor impresión.

—Ya están aquí, señor— dijo la mujer mientras llevaba a los esclavos de la cadena que ataba su cuello.

—Muy bien— Louis sonrió —Ahora sacien a mis invitados— dicho eso los esclavos se movilizaron y cada uno se paró al costado de los cuatro vampiros que ahí se encontraban.

—¿Qué haces, Louis?— su hermano lo confrontó —Te prohibí volver a cazar licántropos.

—Pero no lo he hecho— el hombre se defendió —Ellos son los esclavos que cacé hace años.

—Como sea— el hombre se puso de pie —No voy a formar parte de tu juego, así que si nos disculpas, es hora de retirarnos.

—¿Tan pronto?

—Si, tengo asuntos que atender.
Louis también se levantó y fue a despedir a su hermano mayor.


(…)


El caos surge de la más pequeña grieta, pero eso no lo entendieron aquellos chicos.

Su plan de escape se completó gracias a la ayuda de los hijos de Teo. Las visitas que estos hacían a la casa de Louis eran cada vez más frecuentes, en ese tiempo los cuatro se volvieron cercanos. Derek y Auguste descubrieron que eran destinados y por esa misma razón Auguste sentía el aroma de Derek.

Una vez salieron de esa cárcel llamada hogar, ambos comenzaron a huir. Louis no dejaría ir a sus hijos así como así, entonces sólo los persiguió hasta que se cansó.

Jan y Derek construyeron una nueva vida y vivieron serenamente, como lo habían soñado cuando eran niños.

Alfa y Omega   [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora