CAPÍTULO 21

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—¿Qué pasó ahí?— pregunté.

En seguida la frustración se reflejó en su rostro. —El hombre que se llevó a nuestra madre es poderoso— me miró —Jan enloqueció y nos atacó a todos— miró en otra dirección —Era como si lo hiciera en contra de su voluntad. Me dejó huir y después no supe cómo fue que logré volver ni tampoco que le pasó a los demás.

—Jan me lo dijo— sonreí, conteniendo las lágrimas —No tendríamos oportunidad para vencerlo, pero no quise escucharlo. Es mi culpa por no decirlo antes.

—Él también me lo dijo, pero no le tomé la palabra. Mi orgullo dejó que los demás murieran.

—Eso es algo que ya quedó en el pasado— lo miré y le di una sonrisa —Podemos continuar, solo con su recuerdo.

—Tienes razón— se puso de pie y se acercó a mi —ahora debemos ser fuertes, por los que aún están con nosotros.

—Si— traté de ponerme de pie, pero me encontraba débil aún.

—No te sobre esfuerces, Robin— el me ayudó a acomodarme de nuevo a la cama.
—Me enteré que mi nieto despertó— mi abuela entró por la puerta. —Vine a revisar la condición de tu salud— se acercó rápidamente hasta la cama y comenzó a revisarme —Nada anormal— me miró con una sonrisa.

—Oye, abuela— la llamé y ella me presto atención —Ahora que mis cachorras nacieron, ¿Qué va a pasar con la manada?

—Bueno, la diosa luna no nos ha dado alguna pista, tampoco ha anunciado ningún evento, pero creo que tus cachorras serán un buen augurio para esta manada— sonrió.

—¿Crees que los demás las acepten?— volví a preguntar.

—Deben hacerlo— fijó sus ojos en los míos —Ellas tienen que ser temidas y respetadas en esta manada, porque su padre era un alfa fuerte y tú eres un omega importante en esta manada.

—¿Si fallo como padre?— cuestioné, acumulando lágrimas en mis ojos —¿Si no sé educarlas y llevarlas por un buen camino?

—Descuida— habló Elyan —Aún tienes dos hermanos mayores que pueden ayudarte con la crianza— sonrió para mi.

—Tienes razón— sonreí yo también.


(…)


Tan pronto como me recuperé, continué con mi vida. Las nuevas integrantes de la familia, crecerían sanas y fuertes, de eso no había duda.

Sus nombres eran bellísimos y mi abuela me ayudó a escogerlos. Nora, la mayor y Lia, la menor.

Mi abuela me explicó que ellas eran un símbolo sagrado en la manada, ya que una sería quien llevara paz y orden entre los miembros y la otra llevaría liderazgo y soberanía. Una sería distinta de la otra, pero iguales entre sí. Ambas serían invencibles.

Me alegraba haber tenido unas cachorras tan hermosas y tiernas. Lo único que me ponía mal era que su padre no estaría aquí para verlas crecer.

Y así, pasó un mes y otra luna llena, en la que mi abuela esperaba con ansias a que los sabios y líderes de las demás manadas, vinieran aquí para formar la alianza.

En ese tiempo nos enteramos también que el padre de Edén había sido asesinado por el responsable de la muerte de mi Noah. El hombre había obtenido un gran poder y ahora ya no había nada que pudiera detenerlo.

Edén fue acogida en la manada y fue bienvenida  por todos nosotros. De igual modo, Derek, hermano de Jan, también fue bienvenido por nosotros y ambos se volvieron parte de la manada.

En mi opinión todo fue para bien. Los que aún quedábamos, incluyendo a los miembros de la manada de Noah, vivíamos armónicamente y el progresó iba un paso adelante.


(…)


—¿Estas de acuerdo con esto?— preguntó Elyan, un poco molesto.

—Si— dije mirando en otra dirección —Es la única forma de mantener a salvo a mis hijas y fue mi destino desde el principio, ¿recuerdas?

—No lo acepto— dijo, ahora más molesto —Te lo dije desde un inicio, nosotros, Drago y yo, te ayudaríamos a proteger a tus cachorras.

—No eres el Alfa— lo miré directo a los ojos, desafiando su superioridad —Ahora eres el Beta y es por eso que debo casarme con el Alfa para convertirme en la Luna de esta manada.

—Por favor, Robin— se acercó a mi —Piensa en el futuro.

—No hay nada que pensar— lo rodeé y salí de la habitación en la que nos encontrábamos.

La cosa iba así. Cuando todo se reincorporó a la normalidad, cambiaron los papeles de Alfa y Beta. Habíamos olvidado que las únicas personas que podían dar los mandos eran los sabios y, al ser Zack el hijo del Alfa y Elyan el hijo del Beta, ambos pasaron a ser sucesores de sus padres.

Desde un inicio mi destino era estar unido al futuro Alfa, o sea, Zack. Mi abuela habló conmigo sobre eso y mi decisión fue positiva. Ya no había nadie que pudiera pelear por mi y yo debía velar por el bienestar y el futuro de mis cachorras.

Cuando Elyan se enteró me confrontó, pero eso no iba a hacerme cambiar de opinión. Yo debía cumplir mi destino y ese era el ser la Luna de la manada. Incluso si eso no era lo que yo deseaba, tenía qué hacerlo.

—Hablemos— dije una vez llegué a donde se encontraba Zack.

—¿Sobre qué?— preguntó mirándome.

—Seré directo— lo miré —No pretendo caerte bien, odiaría tenerte como pareja, pero no tengo opción— seguí hablando mientras él prestaba atención —Sé que tú tampoco quieres ser emparejado conmigo, así que solo finjamos y mantengamos reglas, estoy seguro que nadie lo notará.

—¿Quieres que finjamos ser felices?— cuestionó y yo asentí —Me agrada tu idea, pero no creo que algo así sea posible. Tu abuela y mi abuela exigirán una marca de unión y no planeo unirme a ti.

—Tampoco es como que tengamos opción— lo miré —Hagamos lo que propongo y, según lo que he planeado, todo saldrá bien.

—Bien— caminó —Si eso es lo que quieres, puedes hacerlo. No me importa en absoluto.

Ahora que tenía su aprobación lo que quedaba en consecuencia era mi plan y si salía bien, podría sobrevivir por al menos los primeros años de mi matrimonio con él.

Alfa y Omega   [EDITADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora