Capítulo 3

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Brooklyn 

—¿Brook? ¿Estás despierta?

No.

Pienso, pero en lugar de decir algo coherente, decido responder con un gruñido bajo.

¿Qué hora es?

—Brook, cariño, es hora de levantarse...

—¿Umm? —Es todo lo que consigo verbalizar antes de dar media en la almohada para quedar frente a la persona que perturba mi sueño.

No he abierto los ojos todavía, pero sé que es Blue.

Reconocería su voz hasta entre los gritos alborotados de un millón de personas. Tan femenina y fuerte...

No sé por qué quiere que me levante, normalmente el único que me levanta es mi padre y eso no pasa desde que comencé el instituto. Siempre me despierto temprano, al menos lo suficiente como para que nadie tenga que entrar a comprobar si he muerto.

¿Por qué está aquí?

Tengo sueño, mucho sueño.

Y quiero seguir durmiendo, pero hago un esfuerzo por abrir un ojo y después el otro.

Blue está ahí, tal como me la imaginaba, inclinada sobre mi cama y con una sonrisa que me da los buenos días.

—¿Blue? —balbuceo. Mi voz se escucha demasiado ronca y baja—. ¿Qué pasa?

Cuando consigo enfocarla mejor, me doy cuenta de que va vestida con un pantalón de chándal azul marino y una camiseta blanca que seguramente tenga el logo del FBI en la parte trasera. El uniforme que utiliza su departamento para entrenar.

—Tu padre está aquí, cariño.

—¿Mi padre? ¿Aquí?

—Sí. Bueno, está abajo, pero llegó hace ya un par de horas —dice—. ¿No quieres bajar a saludarlo?

A pesar de que mi cerebro a penas está procesando sus palabras, me las arreglo para asentir.

—Sí, claro. —Ni siquiera sé lo que digo—. Enseguida voy.

Blue parece darse por satisfecha porque se agacha a darme un beso en la frente y después sale de mi habitación con un simple «te espero abajo».

Vuelvo a cerrar los ojos y acomodo mi cabeza en la almohada.

Doy varias vueltas en la cama antes de aceptar el hecho de que no voy a conseguir conciliar el sueño de nuevo. Lo intento, pero es imposible. Mi cerebro ha recibido la primera información del día y ya se ha puesto en marcha.

Mierda.

Me coloco boca arriba y dejo que mis pensamientos se organicen antes de levantarme.

He dormido fatal.

Me he pasado la primera parte de la noche dándole vueltas a lo que me había ocurrido en la cocina nada más llegar.

Al estúpido intruso de ojos grises y aura oscura.

Incluso después de ducharme, seguía sintiendo su olor a jabón y el contacto de sus manos contra mi piel. Era una horrible tortura.

Creo que para las cuatro de la madrugada, todavía me encontraba dando vueltas por la cama sin pegar ojo. Seguramente el cansancio del viaje en coche desde Pensilvania fue lo que acabo tumbándome.

Cuando Blue me ha levantado, por un segundo he pensado que todo había sido un mal sueño, pero ya veo que no.

Todo lo que me contó anoche es real.

A un roce de lo prohibido © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora