Capítulo 2

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Brooklyn 

Nunca llegué a conocer a mi madre. Murió cuando yo nací, así que lo único que sé de ella se basa en lo poco que me cuenta papá y en un par de fotos viejas. Nada más.

Tampoco es que me moleste tanto.

Después de todo, la realidad es que no la conocí.

A la mujer que tengo ahora delante, en cambio, sí que la conozco bien.

Blue Jack, agente especial del FBI y la única mujer que mi padre ha involucrado en nuestras vidas hasta el momento. Ella es como la madre que nunca tuve. Ha estado ahí prácticamente desde que tengo memoria y nunca se ha separado de mí. De nosotros.

La quiero casi tanto como a mi padre o más.

Y sé que el sentimiento es mutuo.

Es una persona maravillosa. De hecho, cuando era pequeña solía confundirla con Tiana, la princesa Disney, por su increíble parecido. Creía que iba a salvar a papá de convertirse en rana por el mar de amores que le había dejado mi madre.

Estuve mucho tiempo intentando que salieran juntos, pero desistí cuando me di cuenta de que lo que sentían el uno por el otro trascendía lo romántico. Se querían mucho, pero solo como buenos amigos, como hermanos.

Supongo que con eso me valía.

Mientras Blue siguiera en mi vida, todo iba a estar bien.

—¿Brook? —Es lo primero que dice cuando sus ojos se ajustan a la luz.

Lleva puesto un chándal viejo y una camiseta extra ancha de The Rolling Stones que le regaló mi padre hace mucho. Por el moño desordenado y la cara de cansada, diría que acabamos de despertarla.

La emoción no me cabe en el cuerpo.

—¡Blue!

—¿La conoces, Jack?

La voz calmada del intruso me pone en alerta. Ni siquiera me acordaba de él y eso que nuestros cuerpos son prácticamente uno ahora mismo. Todavía me tiene sujeta de las muñecas, el contacto de sus palmas me quema la piel de la zona, pero no puedo moverme.

Sigo paralizada ante él como un puto ciervo ante unos faros. Si no estoy temblando es porque trato de concentrarme en la posición firme de mi cintura contra la encimera. Me hace sentir segura incluso cuando noto las caderas del pelinegro hacer presión contra las mías.

Es como si quisiera mantenerme ahí, aun cuando no puedo ni pensar en salir de la burbuja que lo envuelve.

Menos mal que Blue está aquí.

—¿Cómo que si la conozco? —Blue se aparta del marco de entrada y avanza hacia nosotros con paso firme. Hay algo familiar en la forma en la que arruga las cejas cuando se da cuenta de la posición en la que estamos—. Es Brooklyn, la hija de Nil, por el amor de Dios. ¿Se puede saber qué haces con ella?

—¿En serio?

—Sí —Vuelve a decir Blue sin relajar la expresión—. ¿Por qué la estás sujetando como si fuera una criminal? ¿Qué ha pasado?

El desconocido deja de mirar a Blue de repente para volver a fijar sus ojos grises en mí.

El aire se queda atascado en mi garganta.

—Así que Brooklyn...

Trago saliva.

Estoy el doble de nerviosa que antes y no lo entiendo.

—Sí —pronuncio con cuidado—. La única identidad que no sabemos aquí todavía es la tuya... que sorpresa.

Sonríe.

A un roce de lo prohibido © #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora