Brooklyn
—¿Cómo se ha levantado mi niña hoy?
Cómo la mierda, quiero responder, pero en lugar de eso farfullo:
—Papá, por favor, ahórrate el vacile.
Está sentado en uno de los banquitos de la encimera, mientras se toma su café mañanero y lee el periódico online en su iPad. Ni siquiera me ha visto la cara de muerto con la que me he levantado o las pintas desaliñadas que llevo.
No como Blue.
Qué está al otro lado de la cocina, esperando a que se calienten sus tostadas y mirándome como mirarías a un vagabundo que te pide dinero en la calle.
Son los únicos que están aquí y en cierta forma eso me alivia.
No estoy de humor para aguantar a nadie más a las nueve de la mañana.
— ¿Qué te pasa? ¿Has empezado mal el día?
—No, no es eso —Me siento al lado de mi padre y dejo caer la cabeza sobre el frío mármol de la encimera—. Es que vienen los del comité y me he levantado un poco irascible.
—¿Hoy?
Asiento.
—¿Los has invitado tú? —Pregunta Blue mientras desconecta la tostadora—. ¿Por qué no lo cancelas?
—No puedo, yo he sido la que he insistido en que nos volviéramos a reunir tan pronto.
—¿Por qué?
—Tenía que compensar el fiasco de la última reunión —Levanto la cabeza de la encimera y me paso las manos por el pelo grasiento. No lo he lavado desde que llegué a Beaufort—. Me siento mal porque no aporté nada y le insistí mucho a la concejala Miller para que volviera a admitirme en el comité. Tengo que al menos resultar útil.
—Cariño, sabes que los del comité no van a echarte por no estar las veinticuatro horas del día generando ideas, ¿no?
Blue se acerca a mí con un plato lleno de tostadas, un cuchillo de mesa y un frasco de mermelada de fresa, mi favorita. Lo deja todo delante de mí y me dedica una sonrisa antes de dirigirse a la nevera.
Sonrío por inercia y cojo el cuchillo.
—Los del comité tal vez no, pero estoy segura de que Makeila aprovechará cualquier oportunidad para arruinarme esto.
Esa chica vive por y para hacer mi vida un infierno.
Todavía recuerdo como me miro en casa de la señora Miller: como si fuera un bicho que no pudiera esperar para aplastar.
La conozco.
Sé que eso no va a quedarse solo en una simple mirada odiosa.
Va a por mí.
De nuevo.
—¿Makeila Brown? —Mi padre levanta la vista de su iPad. El olor de su colonia casi eclipsa el de las tostadas recién hechas. Cada día se echa más—. ¿La hija de Sonia Brown, la abogada que vive enfrente?
—La misma.
Blue viene con una jarra de zumo de naranja.
Lleva el pelo rizo envuelto en su moño habitual y el uniforme del FBI perfectamente planchado. Está igual de guapa que siempre, pero noto el estrés y el cansancio en sus ojeras.
—¿Sigue en el comité?
—Sí —Me lleno la boca con un trozo de tostada con mermelada, pero aun así añado—: Mala hierva nunca muere.
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A un roce de lo prohibido © #PGP2024
RomanceLimitada por la ley. Así es exactamente como siempre se ha sentido Brooklyn Davis. Con su padre siendo uno de los agentes más importantes del FBI desde que puede recordar, Brooklyn ha crecido rodeada de normas. No pueden verla saltarse un semáforo...