Brooklyn
Mi padre está hablando con alguien por teléfono mientras se pasea de un lado a otro del pasillo, pero Dylan tiene sus ojos grises clavados en mí.
Mierda.
No se mueve.
Ni siquiera pestañea.
Parece tan en shock como yo. Tal vez incluso más.
¿Qué hace aquí?
¿Qué hacen aquí?
Trago saliva cuando veo a Dylan apretar la mandíbula con fuerza. De repente, siento que no debería estar en este despacho, pero no sé muy bien por qué. Solo puedo quedarme mirando como cae una sombra sobre los ojos del pelinegro, que hace sus facciones más aterradoras de lo normal.
¿Qué le pasa? ¿Qué está pasando?
Dylan mueve los labios para decirme algo en voz baja. Al principio no lo pillo, pero el movimiento desesperado de sus ojos me lanza señales de peligro como balazos. Si no habla, es porque no quiere que nadie sepa que estoy aquí, que me está hablando a mí.
Así que no me doy tiempo a pensarlo, en cuanto mi padre cuelga la llamada, mi primer impulso es correr hacia el escritorio de Asher y esconderme de bajo.
Estoy segura de que la cara del millonario es un poema, igual que la de Briana, pero no me importa. La sensación que se me está formando en la boca del estómago no puede augurar nada bueno.
—¿Se puede saber qué haces? —Asher tira su silla para atrás para mirarme por debajo de la mesa. Al principio deforma sus labios en una mueca, pero enseguida la sustituye por una media sonrisa que mataría a cualquiera—. Pensaba invitarte primero a cenar, pero si quieres empezar por ahí...
Ahora soy yo la que hace una mueca.
—Puaj, ni de coña —murmuro mientras me acomodo cerca de sus pies—. Tú finge que no estoy aquí.
—¿Qué hago? —Escucho decir a Briana, seguramente desconcertada por lo que sea que esté pasando ahora mismo—. ¿Los dejo pasar?
Asher aparta sus ojos azules de mí un momento.
—Sí, que pasen.
Se coloca bien en la silla y yo hago un esfuerzo por no rozar sus piernas con las mías. Estoy temblando como una gelatina y probablemente se daría cuenta al instante.
Ni siquiera sé por qué estoy haciendo esto.
—Agente Davis, agente Blake —Asher suena muy amable y abierto, pero aún así lo único que recibe por parte de Dylan y mi padre es silencio—. ¿En qué puedo servirles hoy?
—Dejémonos de tonterías, Wolf, sabe por qué estamos aquí —Esa es la voz de mi padre.
Desde mi posición no consigo ver nada más que sus zapatos y parte de sus piernas, pero me es suficiente para localizarlo tanto a él como a Dylan, que se mantiene un par de pasos por detrás, quieto como una estatua.
—En realidad no tengo ni idea, pensaba que ya había respondido a todas sus preguntas.
—No a todas, será solo un momento.
Mi padre comienza a acercarse al escrito de Asher y el latido de mi corazón se detiene por un instante.
Por suerte Asher debe sentir la tensión de mi cuerpo en sus piernas, porque suelta:
—¿Le importaría quedarse ahí?
—¿Perdón?
—No me siento muy cómodo teniéndolo tan cerca de mí —reitera el millonario sin cortarse un pelo—, y creo que el sentimiento es mutuo, ¿no es así?
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A un roce de lo prohibido © #PGP2024
RomansaLimitada por la ley. Así es exactamente como siempre se ha sentido Brooklyn Davis. Con su padre siendo uno de los agentes más importantes del FBI desde que puede recordar, Brooklyn ha crecido rodeada de normas. No pueden verla saltarse un semáforo...