Suguru Geto II

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Capitulo 12. Beso.

Había algo especial en besar a Suguru.

Si fue la forma en que sus labios se presionaron suavemente contra los tuyos en una promesa tácita o la forma en que su mano callosa se alzó para descansar sobre tu mejilla, acariciando suavemente tu mandíbula en su camino, no podrías decirlo exactamente.

También podría haber sido por cómo su otra mano instintivamente se entrelazó con la tuya, apretándola una vez antes de soltarla de nuevo para posarse en tu cintura o en la parte baja de tu espalda en un agarre protector.

Besarlo fue inigualable, distintivo y adictivo . Como si sus labios fueran una sustancia de la que nunca podrías tener suficiente, sin importar cuántas veces te atrevieras a presionar los tuyos contra los suyos en una súplica silenciosa, te encontrabas incapaz de desenredar tu cuerpo del suyo, deseando más y más después de cada dosis. Un enigma al que podrías dedicar tu existencia, que tus manos tiraran de la camisa acercando al hombre hasta que no quedara espacio entre los dos.

Era crónico y habitual, un ritual que ustedes dos realizaban por la mañana. Despertar abrazados, un susurro de su nombre contra tus labios, tu aliento abanicando sobre su piel como un afecto sin palabras. Dejarlo ir y verlo salir por la puerta para regresar en lo que pareció una eternidad fue insoportable , inimaginable en algunos días.

Las despedidas pronunciadas en voz baja acompañaron su olor persistente, meros indicios de una presencia que alguna vez estuvo allí.

Tu mano en la suya, los anillos de promesa a juego presionándose juntos como debían, fortaleciendo el vínculo entre ustedes dos, reiterando aquel juramento qué se hicieron aquella tarde: Algún día nos casaremos, cuando logre hacer de este un mundo mejor.

Susurros de afecto y declaraciones de amor inundaron tu mente como lo hicieron con la de él, recuerdos de tu cuerpo presionado contra el suyo, ruidos apagados llenando la habitación mientras la cálida luz del sol se asomaba a través de las cortinas. Resaltando el ligero brillo del sudor que cubría sus cuerpos, dándoles un nuevo brillo que parecía como si ninguno de ustedes lo hubiera visto antes.

Un escalofrío recorrió tu espalda cuando su anillo se presionó contra tu mano, el metal se sintió frío contra tu piel. Las lágrimas corrían por tus mejillas en las que una vez descansó su gran mano, generalmente para limpiar la tormenta de lágrimas entrante antes de presionar un beso en tus labios, promesas incumplidas cayendo de sus labios.

La vista ante tus ojos quedaría grabada para siempre en tu memoria, contaminando los recuerdos de él ya omnipresentes en tu mente. Su piel se sentía fría en lugar de inusualmente cálida, su mano rígida y sus ojos estaban inmóviles, mirando hacia arriba, mirando hacia arriba directamente hacia ti , la vista de ti escrita para siempre en ellos.

-Murió luchando por sus ideales, murió sin arrepentimiento - murmuró el peliblanco a mi espalda. - Me pidió que te entregará esto, fue su último deseo.

El peso de aquella argolla se sentía como una tonelada.
Con un sollozo que recorría tu cuerpo, sacudiéndolo cada vez que respirabas, te inclinaste para acercar tus labios a los fríos de tu novio.

A diferencia de todos los otros besos que habías compartido con él, este estuvo lleno de tristeza y arrepentimiento, deseos y llamadas de desesperación, promesas rotas y votos.

Tus labios se abrieron como lo hicieron los caminos que ambos tomaron, tu corazón se rompió en pedazos irreparables .

El último beso que se dieron entre amantes fue el que más dolió después de todo.

Inventario Maldito Jujutsu Kaisen (One Shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora