Capítulo 50 ( Vendrán conmigo).

943 89 10
                                    

Sabía que todo esto era mi culpa, no debí ir a un doctor cualquiera.

Cómo Santini había comentado anteriormente me comienzo a desvestir para ponerme aquel atuendo que me haría sentir más libre a la hora de examinarme.

Estaba asustada por todo lo que iba a suceder de ahora en adelante, porque quisiera o no estaba sola, nadie sabía de esto y aún así me arriesgue a enviar a Mario de vuelta a buscarme ropa he informarle a Emma lo sucedido. Fingi un viaje de negocios y con ellos deje a cargo a Mario del cuidado de mi hermana, se que el la trataría de maravilla y estaría al pendiente de que ella no cometiera una atrocidad.

-- Señora mamá necesito de su máxima colaboración...-- la enfermera que estaba a cargo de ponerme la vía me entrega un vaso de agua.--.., se que estás nerviosa por todo esto, pero si no se calma no podré sacarle sangre para los exámenes.

Estaba en completo silencio escuchando las indicaciones correspondientes, no tenía ánimos de conversar, ni muchos menos reprochar.

¿Lo perderé?, sí. Eso era evidente y me dolía solo con pensarlo.

Yo ya me había encargado de condenar a mi bebé a no nacer.

-- quizás para aquellos seis días podamos saber el sexo del bebé.

No quería que me diera más esperanzas, quería llorar.

-- Doc no me mienta, no intente hacer que mis ánimos suban cuando me ha dicho que mi bebé está en graves condiciones.

El día transcurre completamente lento, lleno de lamentos y llantos agonizantes de mi parte. No sabía que hacer o como calmarme, así que decidida a no seguir haciéndole más daño a mi bebé envío a comprar frutas para comenzar a comer.

Cuando comienza a oscurecer Mario aparece por la puerta de la habitación dejándome jugo rojo y unos sandwiches para la cena. El no podía quedarse y eso me dolía.

-- Kitty, debes descansar y alimentarte bien..-- me entrega la bandeja.--. Puede que el bebé esté mal ahora, pero sé que pronto estará mejor, lo sé. Solo dale cuatro días para que veas cómo aquellos tratamientos comienzan a funcionar y ese pequeño o pequeña se vuelva inmensamente fuerte para comenzar a correr junto a Byron por toda la casa.

- Son seis días...-- lo corrijo.

-- Seis, ocho, venite, noventa. No importa cuántos sean. El o ella se salvará.

Quería tener la misma fé que el, pero me era imposible.

No muy convencida por la comida comienzo a comerla, se que no me alimento lo debido y que he dejado de hacer ejercicio. No culparé a Demián, miento, si lo haré. Desde que el apareció en mi vida no ha hecho más que consumirme y sí, soy consciente de que esto no estuviera sucediendo si no hubiese caído en sus encantos.

A quien le miento, es obvio que no me arrepiento de absolutamente nada. Porque quiera o no estaba jodidamente enamorada de el.

-- ¿Cómo te sientes?.

--¿Quieres que sea sincera?.-- el asiente con la cabeza.-- no siento nada, no lo siento a él, ni los cólicos.

-- ¿Y eso es malo?.

-- No lo sé, no soy doctora.

--¡¡Keityn!!.-- me reprocha.-- se que estás mal por esta situación pero por favor pon te tu parte, que odies a Demián no significa que debas a hecahrte a morir con tu hijo.

--No lo odio.

--Lo detestas porque no te eligió y esta con otra.-- levemente escucho mi corazón ser roto en fragmentos pequeño. Aquello me dolió. --.., se que deseas que el esté aquí contigo y que...-- no quería seguir escuchando nada que lo involucrara.

Quédate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora