Las palabras de Odette flotaban en el aire denso, cargadas de una acidez que me erizó la piel. Un escalofrío recorrió mi espalda al escucharla, confirmando las sombrías pinceladas que otros habían trazado sobre su persona. No sentía el más mínimo atisbo de cortesía hacia ella, y la idea de estrechar su mano me resultaba tan apetecible como beber una poción amarga.
El silencio que se instaló en la estancia era un pesado manto, cada segundo una eternidad incómoda. Mis ojos permanecieron fijos en los suyos, imperturbables ante cualquier atisbo de incomodidad que pudiera emanar de ella o de Demián.
Su voz, repentina, rompió el mutismo. - Tú eres su asistente..,¿No?.
Una sonrisa, quizás demasiado amplia, floreció en mis labios.
- Sí... - confirmé, añadiendo con una dulzura calculada - ..., y una amiga muy íntima.
No pude evitar registrar la fugaz curvatura que se dibujó en los labios de Demián ante mis palabras.
- Supongo que sí. Él tiende a tener muchas... - La interrupción del sonido de la puerta desvió su atención, aunque no sin antes escuchar una breve nota de mi risa, provocada por su comentario tan poco halagador.
- Adelante... - articuló Demián con serenidad.
Emma asomó la cabeza, disculpándose con una voz suave.
- Lamento interrumpir... -Avanzó hacia donde yo me encontraba. -- Daré un paseo con Linsy, los chicos se quedarán afuera con Kelly.
- Está bien. Yo los esperaré aquí.
La mirada de Emma se posó en Odette, sus cejas dibujando una línea de confusión. Intrigada por la tensión palpable, decidí retomar el hilo de la conversación.
- Vayan a caminar, solo una hora. Tenemos muchas cosas que hacer hoy.
Vi a mi hermana despedirse con una leve inclinación de cabeza del señor de semblante adusto, para luego desaparecer tras la puerta.
- Sí no es molestia puedes asistir hoy a mi casa... - soltó Odette con una estudiada coquetería. - Fabián no estará y estoy segura que Eros estará muy feliz.
¡¿Acaso estaba invitándolo a su hogar aprovechando la ausencia de su esposo?! La indignación burbujeó en mi interior. Antes muerta que permitir que esa mujer de doble moral se acercara a Demián con esas intenciones.
- Lamento rechazar tu oferta... - Demián respondió con una sonrisa que delataba su comprensión de mi repentino estado de alerta -... Hoy he quedado con Keityn.
Con una expresión que denotaba cierto desdén, Odette giró su rostro hacia mí.
-¿Que puede ser más importante que ver a tu hijastro?.
- No puede cancelar... -intervine con firmeza.
- Verá a su hijo.
- Que yo recuerde perfectamente, aún no lo es -- replqué.
-- Eros y yo saldremos el domingo -- intervino Demián con suavidad, buscando apaciguar la creciente tensión --. Él me informó que mañana tiene un partido de fútbol. Así que nos veremos dos días seguidos, no debes preocuparte.
- No quiero que salga con extraños... - murmuró Odette, lanzándome una mirada de soslayo cargada de suspicacia.
- No saldrá con extraños, lo hará conmigo - respondió Demián con una firmeza tranquila.
En mi interior, la bilis de los celos comenzaba a ascender. Esa arpía roba hombres solo quiere arrebatármelo. Un recordatorio punzante me atravesó como un rayo helado: Vamos, Keityn, controla esos celos. Demián y tú no son absolutamente nada.

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Quédate.
Ficção AdolescenteEn un mundo donde las relaciones laborales y personales chocan, una joven se encuentra atrapada en un torbellino de emociones tras iniciar una aventura clandestina con su jefe, Demián Petrov, conocido cariñosamente como "Mi Señor Gruñón". Aunque al...