"Estamos en la edad perfecta para quedarnos con la culpa y no con las ganas..." Aquella sentencia danzaba insistentemente en los laberintos de mi mente. No encontraba fisura alguna en su lógica; la verdad es que, con frecuencia, nos excedemos en preocupaciones, olvidando simplemente dejarnos llevar por el fluir del instante.
-Fue un placer conocerte, linda -me dijo Kira, envolviéndome en un abrazo cálido-. Pronto pasaré por Seattle para visitarlos -añadió, guiñándole un ojo cómplice a Demián antes de estrecharlo también.
¿Acaso creía que compartíamos un mismo hogar?
-Eres bienvenida, Kira -respondió Demián con cordialidad-. Sabes que puedes venir a Seattle cuando lo desees.
Kira salió de la oficina acompañada por Jhonatan, dejándonos inmersos en un silencio que parecía palpable.
-¿Y Emma?
-Despidiéndose de unos amigos de la preparatoria -respondí mientras tomaba mi teléfono para ordenar algo de comer-. En unos diez minutos nos traerán algo.
Él asintió en silencio, concentrándose en organizar una serie de carpetas blancas y negras dentro de un pequeño cajón incrustado en un estante.
-Hoy tendré una reunión muy importante con ciertas personas, así que hoy no necesitaré tus servicios -soltó con una brusquedad que me tomó por sorpresa.
-Mmm... -un interrogante silencioso se formó en mi mente-. Está bien, Demián. Si es así, me retiro.
-¿No vas a esperar la comida?
-No, se me ha quitado el apetito. Iré a ver a Emma, come tú.
No lograba comprender sus repentinos cambios de humor. Apenas unos minutos atrás, reía con jovialidad ante los comentarios de aquella mujer, y ahora su semblante era frío e impenetrable.
-¿A dónde vas con esa cara de amargura? -la voz de Damián resonó justo en el umbral de la oficina.
-¿Se me nota lo amargada? -pregunté con un dejo de ironía.
-Creo que pasar tanto tiempo con Demián te está pasando factura... -solté una risita ante su ocurrencia-. En serio, deja de juntarte con él, se te va a pegar lo amargado... -se quedó pensativo por unos instantes para luego añadir, con una duda evidente en su tono-: Emma..., ¿Emma dónde está? No la veo contigo.
-Se ha ido a despedir de unos amigos. De hecho, iba hacia allá.
-Puedo llevarte si deseas, tengo mi coche aquí.
Con una vacilación apenas perceptible, acepté su ofrecimiento, esperando que Emma no se sintiera contrariada por mi inesperada compañía.
El trayecto en coche hacia el parque se tornó, para mi sorpresa, en una suerte de interrogatorio incesante. Damián, con una ansiedad palpable, no cesaba de preguntarme sobre la identidad del padre del hijo de Emma, y el porqué de la actitud distante y casi desdeñosa de mi hermana hacia él.
-Si es mío, dímelo -insistía con una mezcla de súplica y desesperación-. Prometo darle todo al bebé.
-No lo es, Damián. Si así fuera, Emma ya te lo habría dicho, ¿no crees? -respondí con la mayor suavidad posible.
-¡¡No!! No me lo hubiera dicho. Emma me odia de un día para otro y realmente no encuentro el motivo -su voz denotaba una genuina confusión.
-Algo le habrás hecho, ¿no crees? -sugerí con cautela.
-Juro que no -se llevó los dedos a los labios en un gesto de vehemencia-. Siempre la he tratado bien y le he dado lo que ha querido.
-¿Desde hace cuánto se conocen?

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Quédate.
JugendliteraturEn un mundo donde las relaciones laborales y personales chocan, una joven se encuentra atrapada en un torbellino de emociones tras iniciar una aventura clandestina con su jefe, Demián Petrov, conocido cariñosamente como "Mi Señor Gruñón". Aunque al...