Un mes después....
Había pasado un mes desde que había tomado la decisión de comenzar de cero, sin dolor y sin rencor. No había recibido llamadas ni mensajes de mi familia, ya que había apagado mi celular para así poder enfocarme en lo que realmente quería y necesitaba: mi paz.
Llegar a España me hizo cambiar de decisión y centrarme en lo que quería. Me había encargado de visitarla, sentirla y amarla en cada rincón.
—Creo que debo hacer ejercicio... —Me senté junto a Fernanda, quien miraba atentamente una película triste.
—Sí, deberías... —Abril apareció de la nada para robarle un poco de helado a Fernanda.
—¿En serio estoy gorda? —pregunté, un poco a la defensiva.
—Solo un poco —respondió Abril con picardía.
—Yo creo que ustedes me ven extraña porque me he teñido todo el cabello.
—No, no es eso —Santiago llegó con una caja de frituras—. Que te hayas teñido todo el cabello de negro no tiene nada que ver con la barriga que te ha salido.
—Apenas se me ve un bulto en el vientre y eso es porque está a punto de venirme la menstruación.
—Solo me gusta hacerlas enojar. Por cierto, mañana viajaremos a Seattle.
—¿Eso a qué se debe? —Fernanda habló, curiosa.
Yo sabía lo que pasaba, así que solo me limité a tomar un suéter y salir de aquel departamento. Sabía que Demián había comprado ciertas acciones de la marca para poder verme, así que yo misma iría a llevar los papeles y a cerrar aquel contrato.
—¡Espérame! —Abril llegó a mi lado corriendo—. Sé que se pondrán a pelear, por eso me vine.
—Mañana verás nuevamente a tus padres.
—Y tú a Demián... —mencionó con una sonrisa—. ¿Le dirás?
—No, no lo haré ahorita. Quizás en un futuro.
—¿En la gala de enero, no es cierto?
—Sí —Sonreí—. En aquella gala le diré a todo el mundo que estoy embarazada. Así que vamos al ginecólogo, hoy cumplo ocho semanas; pediré unas fotografías para poder decirles a ambos.
—Santiago hoy morirá de un infarto —se burló.
—Fernanda querrás decir —la corregí, divertida.
Cuando pisé España hace un mes, comencé con síntomas un poco extraños para una persona común y corriente como yo. Sabía que el embarazo no era una opción, mi médico anterior se había encargado de mencionarme que no podría, aun así, fue porque creí que se debía al accidente que había tenido.
—¿Cómo está mi bebé? —pregunté, ansiosa.
—Están en perfectas condiciones, me sorprende lo grande que están.
—¿Están? —solté desconcertada, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo.
—Sí, querida, son trillizos.
La fuerte carcajada de Abril retumbó en el lugar, haciendo que mi cuerpo quedara estático.
—¡¿Tres?! —Sentí cómo mi mundo comenzó a dar vueltas—. Uno... Dos... Tres... ¿De esos?
—¿Acaso hay más? —Abril comenzó nuevamente a reír—. Esto es demasiado gracioso.
—Siento que me voy a desmayar.
—¿Quiere agua, señora mamá? —El doctor se atrevió a preguntar al verme en shock.
—Sí, por favor.

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Quédate.
Teen FictionEn un mundo donde las relaciones laborales y personales chocan, una joven se encuentra atrapada en un torbellino de emociones tras iniciar una aventura clandestina con su jefe, Demián Petrov, conocido cariñosamente como "Mi Señor Gruñón". Aunque al...