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A Hueningkai le gusta su trabajo. En serio, lo adora.

Es bueno en eso, lo disfruta y definitivamente se siente bien al tener a las personas felices y seguras después de darle un nuevo corte de cabello o un
nuevo color.

Ser estilista nunca había sido su trabajo de ensueño, pero una vez que empezó descubrió que le gustaba. Así que sí, muy buen trabajo.

Lo que odia de éste, sin embargo, es que cierran a las diez. Honestamente, ¿quién demonios iría a cortar su cabello a las diez? Nadie, esa es la respuesta, pero su estúpido jefe había sido claro con las reglas cuando consiguió el trabajo: «No cerramos hasta las diez de la noche, jovencito.»

Así que allí estaba, tirado en el sofá que tienen para los clientes, perezosamente hojeando una revista mientras esperaba que el reloj marque las diez.

Sólo veinte minutos más y es libre de ir a casa, comer algo en frente de un cursi dorama y dormirse frente al televisor como siempre.

Justo cuando piensa que tal vez pueda ir a la parte de atrás del local para fumarse un cigarrillo, la campana de la puerta suena repentinamente y alguien entra.

Hueningkai rueda los ojos en irritación detrás de la revista antes de tirarla en el sofá y levantarse, sonriendo ampliamente.

—Bienvenido ¿Cómo puedo.. —la sonrisa de Hueningkai se descompone. —Oh, hola.

Namjoon es atractivo. Hueningkai siempre lo encontró así después de notar sus facciones afiladas, nariz perfilada y labios llenos, hombros anchos y fuertes músculos. Namjoon es mayor, más maduro, delicado y elegante, Hueningkai siempre lo había visto de esa forma.

Pero cuando el hombre le sonríe, Hueningkai siente un escalofrío.

—Hola, Kai.

—Es tarde. —dice, forzándose a sí mismo a no tomar un paso atrás luego de ver como Namjoon se mueve hacia el centro del salón. —¿Qué haces aquí?

Namjoon asiente.

—Sé que es tarde, pero necesitaba afeitarme.

—Afeitarte.

—¿Tal vez un corte también?

—Tuviste uno hace una semana.

—Tengo una entrevista mañana. Una importante. Quiero verme bien y sólo confío en ti.

Hueningkai traga y sonríe.

—Por supuesto. Por favor, siéntate. Ya vuelvo.

Namjoon obedece, se quita la costosa chaqueta y la pone en uno de los percheros, sentándose en una de las sillas frente a los espejos.

Hueningkai va hacia el carrito de metal en el que tiene sus tijeras y cuchillas, moviéndolo junto al asiento de Namjoon.

—¿Cómo has estado, Kai?

—Bien, gracias. —Responde Hueningkai mientras comienza a mezclar en un bol la espuma de afeitar. —Escuché que también te va muy bien.

—¿Escuchaste?

—Por las noticias. Las elecciones van muy bien.

Namjoon se ríe, a Hueningkai solía gustarle el sonido.

—Trato de no esperanzarme.

—Oh, estoy seguro de que te irá muy bien. —Se vuelve hacia el hombre y pone una toalla sobre su camisa, entonces comienza a aplicar la espuma con una brocha. —Serás un buen alcalde, estoy seguro.

—Ah, tu razonamiento es cegado.

—Por supuesto que tendrás que decirle a las personas quién es el genial estilista que cuida de tu cabello una vez que ganes.

epoch | yeonbinkaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora