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Hueningkai duerme las cuatro horas del tren, acurrucado en su asiento, con su cabeza contra la ventana. Soobin pone uno de sus suéteres entre la cabeza de Kai y el pedazo de vidrio, simulando una almohada.

—Va a quejarse sobre ese gato por años. —YeonJun murmura mientras remueve los pepinillos del sándwich que compró en el tren.

—Cuando estemos a salvo y con una casa sólo le compraré otro. —Responde Soobin.

YeonJun sonríe.

—Lo juro, Bin, siempre que hablas de él suenas como un jodido sugar daddy.

Soobin le mira por un momento.

—¿Qué mierda significa eso?

—Lo mimas demasiado.

Se encoge de hombros.

—También te miraría demasiado si sólo me dijeras que quieres.

—Qué encantador.

—Cállate. —Soobin se ríe, sentándose más cómodo en el asiento y mirando la ventana abierta.

YeonJun sonríe para sí mismo y Soobin arquea una ceja.

—¿Qué?

—Nada, sólo que... —chasquea la lengua, lo hace cuando se siente halagado. —¿Una casa?

—¿Por qué no? —Soobin observa el sándwich de YeonJun, mirándolo como si hubiese pasado
por una autopsia. —No estaría mal.

El mayor asiente. —Tienes razón.

Soobin mira al chico, que finalmente comienza a comer de su sándwich. YeonJun se ve mayor de lo que debería. Soobin siempre había pensado eso.

Tiene ojos amables, pero observa al mundo con agotación. Como si ya lo hubiera visto todo. Estaría bien que por primera vez mirara algo con sorpresa e interés. Sólo los mira a él y a Hueningkai como algo nuevo. Eso no es suficiente, no puede serlo.

—Este sándwich... —Dice YeonJun. —Es jodidamente asqueroso.

—No puede ser tan malo.

YeonJun arquea una ceja y arranca un pedazo, ofreciéndoselo a Soobin. Éste lo toma y lo mete a su boca, masticando con lentitud.

—Joder, es terrible. —Murmura Soobin. —¿Cómo siquiera conseguiste comerte casi la mitad?

YeonJun ríe a carcajadas, sus dientes alineados mostrándose, su piel brillando y ojos iluminándose un poco. Soobin le sonríe con cariño.

Kai usa un tapabocas mientras caminan hacia Seúl, una gorra ocultando el resto de su cara. Camina entre Soobin y YeonJun, casi escondiéndose entre sus hombros.

Soobin no puede evitar mirar a su alrededor con nerviosismo. No lo reconocerán, Seúl es demasiado agitado como para que alguien le preste atención a un chico aleatorio, pero aún así no puede evitar sentirse mal.

Entran al primer taxi que consiguen, Kai sentándose entre ellos y poniendo su frente en el hombro de YeonJun para que el conductor no pueda verlo.

—¿A dónde quieren ir? —Pregunta el hombre.

—Irwon Go, Gangnam. —Responde Soobin, el hombre asiente y comienza a conducir.

Soobin se vuelve hacia YeonJun quien lo mira con los ojos muy abiertos.

—¿Gangnam?

—Mis amigos viven allí.

—¿Qué clase de amigos tienes?

Soobin sonríe.

—Supongo que ya verás.

El viaje no toma mucho, Soobin le paga al hombre y toma el equipaje. Habían pasado años desde que Soobin había estado en Seúl, mucho menos en aquel distrito, pero piensa que no ha cambiado mucho desde la última vez que visitó; hay nuevas tiendas, las viejas han desaparecido, pero el aura sigue siendo la misma, las personas caminan por aquellas calles como si les pertencieran, sigue oliendo a millonarios aburridos.

Hueningkai jala su camisa y sostiene los bordes, mirando hacia abajo.

—¿Qué pasa? —Pregunta, Hueningkai niega con la cabeza.

—Son muchas personas. No me siento bien. Es estúpido.

YeonJun camina cerca de Kai sin decir nada, sólo un poco más adelante de él para protegerlo de ojos curiosos.

—Nadie te está prestando atención. —Soobin intenta consolarlo. —Nadie le presta atención a
nadie en Seúl.

—Te lo dije, es estúpido, estoy bien.

Claramente no lo está.

—Ya vamos a llegar, no te preocupes.

Soobin reconoce la floristería en la esquina y cruza allí, la calle que parece en frente de ellos tiene menos personas y es casi silenciosa, mientras caminan y dejan la multitud.

Hueningkai se relaja visiblemente. El área comienza a aclararse, un laberinto de callejones con casas costosas rodeándolos. Soobin las cuenta hasta que consigue la que busca.

Suelta su bolsa y se pone en frente de la puerta, presionando el botón del intercomunicador mientras espera.

—¿Sí?

Soobin le sonríe a la voz.

—Choi Beomgyu, soy yo.

epoch | yeonbinkaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora