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⎯ Katherine tienes que tener las 200 camisetas para el lunes.

La pelirroja rodó los ojos cansada cuando su jefa no la vió, cuando estudió la carrera de diseño no pensó que sería tan agotadora, más bien creyó que apenas saldría de la universidad pondría su local propio de ropa, vendería, alguna famosa como Donatella Versace le hablaría y empezaría a hacer trajes para los desfiles de marcas famosas. En lugar de eso, terminó trabajando en una tienda minorista que apenas se conocía en Seoul y absolutamente nadie compraba. Sus ilusiones cayeron en picada al ver que cuando salió de la universidad nada era como lo había imaginado, ella pensó que apenas teniendo el título de diseñadora ya podría trabajar en la alta costura para exitosas modelos, pero en lugar de eso tardó ocho meses en conseguir trabajo y ni siquiera era en un lugar muy decente.

Recordaba a su madre decirle que no se rinda y que en algún momento sería una diseñadora famosa, pero se lo dijo cuando tenía 16 años, hoy en día tiene 27 y aún no logra ese sueño. Pero había algo que pocos sabían, y por pocos se refería a su madre, padrastro, hermanastro y mejor amigo. Katherine creaba ropa en su casa, la mayoría siendo vestidos bastante elegantes y deslumbrantes, dignos para que Gigi o Bella Hadid lo usen, solo esperaba el momento perfecto para darse a deslumbrar. Por obvias razones no podía usar ella misma aquellos vestidos para el día a día cuando claramente eran dignos para una pasarela o sesión de fotos, de solo imaginarse caminando por las transitadas calles de Seoul con un despampanante atuendo moría de vergüenza, aunque a ella le gustara llamar la atención, usar algo de ese estilo en una situación tan común como ir a comprar alimentos era un insulto a la moda.

La chica es originaria de California, ahí es donde nació y creció hasta los 18 años. Sus padres se divorciaron cuando ella tenía 9, por motivos que en realidad nunca le interesaron, pero cuatro años después su madre volvió a ponerse en pareja con un hombre; Jonathan Anavrin. El señor no era como los padrastros que se mostraban en la televisión, los malvados que manipulan a tu madre para dejarte a tí en la calle, no, Jonathan era más padre que su propio padre. Y claro, como la madre de Katherine venía en paquete con ella, Jonathan también tenía su paquetito, siendo un revoltoso dos años menor que ella llamado Azkeel Anavrin, quien hoy en día era la felicidad de Kate y el mejor hermano sin compartir sangre que la vida le pudo otorgar.

Jonathan es un abogado con contactos, allegado a la política y con buenas influencias, es por eso que lograron hacer que Katherine vaya a una de las mejores universidades de diseño en Corea del Sur, y ella se ganó el puesto de la mejor estudiante por sus notas. La madre de Katherine, Marriane, es una excelente criminóloga, la persona que estudia los delitos y las mentes de las personas que cometieron los crímenes. Los dos tienen buena economía, por lo que a sus hijos nunca les faltó nada, así que para ellos no era sorpresa que en los lugares que iban los tachen de "niños ricos". Además de que hasta se podía considerar que Jonathan era medianamente conocido en varios ámbitos, es el hombre que tiene contactos para todo, ¿Se necesita un veterinario capacitado y que llegue en menos tiempo de lo que otros llegarían? Jonathan tenía su número en el celular, lo cual era beneficioso cuando se trataba de temas de salud o cosas relacionadas.

Pero a pesar de tener padres con buenos ingresos, cada quien se ganaba la vida como podía. Katherine en una tienda de ropa (que aunque es una mierda le sirve para vivir) y Azkeel arreglando motos que es lo que más le gusta, aunque está en la carrera de veterinaria porque también ama a los animales. Al prácticamente criarse juntos, habían adoptado costumbres del otro, como ser vegetariana porque su hermanastro lo era, o ser modelo porque su hermanastra hacía ropa y necesitaba un maniquí. Azkeel siempre dijo que el día que su hermana se haga famosa lo mínimo que esperaba era que le dé créditos por las incontables veces que ella lo pinchó con agujas sin querer, o que tenía que soportar capas y capas de telas en pleno verano solo porque la mayor tenía que entregar sus muestras a los profesores de su universidad.

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