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Al día siguiente, Kate se encontraba caminando nerviosa hacia el edificio en donde se vería con JiMin, era la primera vez que estaría en aquella estructura sin el propósito de ver a SeokJin, aunque debía admitir que esperaba cruzárselo y tener una buena explicación por parte de él. Los nervios recorrían su cuerpo, en su bolso llevaba el currículum que le había armado Azkeel la noche anterior y unos cuantos diseños, tanto su libro como fotografías en físico y otras en su celular. Esperaba que en la empresa de JiMin la acepten, por algún motivo tenía la esperanza que ese sería su primer paso para crecer en grande.

En cuanto a Kim, bueno, Katherine estuvo toda la noche pensando sobre las hipotéticas situaciones que ocurrirían al momento de verse nuevamente, y cómo tenía que reaccionar ella. Por una parte, pensaba en que tenía que comportarse como una perra, decirle que había sido un hijo de puta por dejarla sola en el restaurante y no hablarle nunca más, hacerlo sufrir como se lo merecía, porque Kate no quería ser la segunda opción, aún sabiendo que desde el principio lo sería. Y por otra parte, quería verlo, que él le explique que había ocurrido y perdonarlo, estar bien, besar esos suaves labios nuevamente, fundirse en la cama y conformarse con las pocas muestras de cariño que él podía ofrecerle.

Y es que, se sentía una idiota por haber caído ante un hombre mujeriego, ella es la primera en saber todo el historial de SeokJin y aún así se enamoró de él y terminó entre sus sábanas. Pensaba, "la vida es una", y esa era su justificación para arriesgarse a todo con Kim, como si él fuera a cambiar por ella, cuando Kate, muy en el fondo de su mente, sabe que no logrará hacerlo cambiar, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Kim ya es un caso perdido, y Young Sun lo quiere así, Kate no tiene porqué meterse.

Pero uno no manda al corazón, y ahí está ella, dispuesta a perdonarlo.

Subió las escaleras e ingresó al edificio de vidrio, saludando a la recepcionista para después caminar hacia el elevador. Suspiró nerviosa mientras se veía en el espejo, llevaba un pantalón sastre blanco y una camisa rosa pastel, la cual iba a conjunto con su bolso y zapatos de tacón. Cuando las puertas del ascensor se abrieron caminó hacia la oficina 45, la cual pertenece a Park, y tocó la puerta mientras lamía sus labios.

JiMin abrió y ella tragó saliva al verle parte de su pecho por tener la camisa blanca con unos botones desabrochados, junto a un pantalón de vestir negro que se ajustaba a la perfección a su cintura, muslos y trasero, que cuando vió el último se sintió una depravada. Ingresaron a la oficina después de un pequeño saludo y el menor cerró la puerta.

⎯ Bien, Noona, oh, ¿Le molesta que la llame así estando en una casi entrevista de trabajo?⎯ preguntó con un tono rosado en sus mejillas.

⎯ Tranquilo, está bien. Aún no eres mi jefe.⎯ respondió con una sonrisa mientras se sentaba frente a él.

⎯ Tampoco lo seré, yo seré su modelo.⎯ explicó muy por encima. No estaba en una gran empresa que tuviera muchos modelos, y teniendo en cuenta que JiMin y Katherine ya se conocen, para ambos sería mucho más cómodo trabajar juntos.⎯ Le he contado a mi jefa sobre que es diseñadora y muere por ver sus trabajos, estamos en falta de diseñadores y ahora necesitamos alguien bueno con urgencia.

⎯ Traje unas cuantas fotografías, y tengo otras en mi teléfono por si las quieres ver.

⎯ ¡Perfecto! Muéstreme, Noona.

Kate sacó los papeles de su bolso y los colocó sobre el escritorio, había tomado los que más la impresionaban y estaba orgullosa por haber creado, siendo todos de mujeres porque siempre tuvo como musa a su propia madre y a famosas modelos como las hermanas Hadid o Antonella Rocuzzo, que aunque la última no se dedicaba exclusivamente a ser modelo, le gustaba en demasía las proporciones de su cuerpo y podía imaginar vestuarios para el. JiMin se levantó para ver las mismas, quedando impresionado por tales vestidos que parecían difíciles de crear, y hasta pensó que podía haber sacado las fotografías de Pinterest, pero supo al instante que eran de ella porque en el fondo de podía ver un par de zapatos rosas, que eran justo los que traía ahora.

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