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Todas las personas consideran que la adolescencia es una de las etapas más difíciles de pasar por la vida, pero para alguien que no tuvo problemas adolescentes, y se enfrentaba a la adultez, que podía ser igual o hasta más molesta que la adolescencia. Katherine se encontraba en esa etapa; es una chica de 27 años que se encuentra más cerca de los 30 que de los 25, muchas personas a su edad ya estarían independizados, en pareja, y algunos hasta esperando niños, como fue el caso de su madre que la tuvo a sus 27 años, pero Kate se encontraba tirada en su cama mirando fijamente el techo, pensando en demasiadas cosas respecto a su vida, quería un momento de paz al ser un aburrido domingo en el que no trabajaría y no tendría la compañía de su hermano para hacer un maratón de películas, así que con el celular apagado empezó a replantearse cosas importantes. La famosa crisis de los 20 le habían llegado siete años tarde a Katherine, pero llegó, y en el peor momento.

Agradecía muchísimo que no tuvo que pasar por problemas adolescentes; malas notas, corazón roto, baja autoestima o problemas económicos, en ese sentido Kate se siente muy afortunada por no tener un problema realmente grave. En sus grupos de amigas siempre habían sido todas muy buenas, nunca la dejaron de lado o hablaron mal de ella a sus espaldas, tampoco sufrió por tener que rechazar a algún amigo que tenga sentimientos por ella ya que tenía un increíble novio que la trataba como una reina. Con su madre tampoco tuvo problemas, menos con su padrastro y hermanastro, el tema de su padre biológico es algo que nunca lo pensó a profundidad porque tampoco sentía demasiado su ausencia, sí le daba curiosidad qué estaría haciendo, cómo estaría o por qué tardó tanto tiempo en contactar con ella cuando es su única hija, o por lo menos así lo creía Kate.

Peleas con amigos no tuvo, ni con sus padres o compañeros de universidad, así que nunca estuvo preparada para pedirle perdón a alguien de una manera en la que realmente se vea que estaba arrepentida. Sus anteriores discusiones con Azkeel se podían arreglar con un chocolate, un abrazo y una película de los 90' pero ahora...ahora ella había preferido quedarse follando antes que estar con su hermano, y si él le hubiera hecho lo mismo, sabe que estaría igual de enojada a como lo está su hermano ahora. Tenía miedo de ir a su habitación y pedirle perdón, tenía el presentimiento de que el menor simplemente la echaría y seguirían en la misma situación, lo cual no es favorable para ninguno de los dos porque se tienen un amor inmenso y ahora se extrañan como si no estuvieran a dos habitaciones de distancia.

Ambos son hijos únicos por cada lado, por lo que en un principio la idea de compartir ciertas cosas o comida se les complicaba mucho, duraron un año aprendiendo todo ese proceso de aceptar al otro, de poder convivir, aprender a compartir, y ser un buen hermanastro/a respectivamente. Tanto Azkeel como Katherine desde un primer momento fueron lo suficientemente maduros para no discutir frente a ellos porque sus padres se veían bien juntos, se veía el amor que se tenían y eso les agradaba, más que nada al menor que desde muy pequeño le tocó ver como su padre era lastimado por su madre biológica. El primer año trató de eso; aprender a convivir ya no siendo hijos únicos y fue bastante difícil, pero después todo comenzó a ser bastante ameno y hasta las muestras de cariño salían naturalmente.

A Katherine le costó un poco aceptar que tenía un nuevo papá porque hasta sus nueve años creyó que sus padres vivían en un cuento de hadas de amor verdadero, de ahí sacó sus ilusiones a tener un feliz matrimonio que todos los días te despierte con el desayuno hecho. Estar cuatro años viendo que su mamá le preparaba el desayuno a ella y ya no había una pareja le había sido chocante, sus fantasías del amor duradero habían caído hasta que notó que había otro hombre que la mimaba a su madre por las mañanas, que le hacía el desayuno y corrían juntos por el vecindario aunque a él no le guste el ejercicio y prefiriera quedarse acostado, quería pasar tiempo con Marriane y no le importaba sacrificar horas de descanso para estar con ella haciendo una actividad de la cual no es fanático. Y Kate muere de amor cuando ve que Jonathan sigue haciendo esas cosas, levantarse más temprano para que su mujer duerma unos minutos más, prepararle la ducha para cuando vuelva cansada del trabajo, cocinarle en los días que tiene el período o ir al gimnasio con ella en los fines de semana.

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