Oliver
Ese mismo jueves nos encontramos en uno de los barrios más pijos de Barcelona y estamos frente a un edificio circular, blanco y lleno de cristaleras. En lo alto de todo está el logo de la discográfica, una serie de círculos distorsionados y el nombre del sello discográfico justo debajo.
—¿Listos? —Les pregunto a mis amigos delante de la puerta doble del edificio.
—No —suelta Iris.
—Para nada —dice Julen a la vez.
Y Bruno no dice nada, simplemente mira hacia la puerta y traga con dificultad.
Al final cojo la iniciativa para dar un paso tras otro y tirar de la puerta, la sostengo a un lado y mis amigos pasan por el umbral.
Nos recibe una gran recepción de con un mostrador justo en el centro en forma circular, como el edificio, y está iluminado por el centro. Entonces es cuando me doy cuenta de que el centro del edificio está agujereado, como si fuese un donut, o más bien una torre de discos. En el suelo hay varias alfombras negras y sobre ellas, sofás y butacas de algo parecido al terciopelo de color crema, con las patas de una madera clarita y los reposabrazos hechos del mismo material.
En las paredes hay cuadros con fotografías de varios productores con los artistas que han pasado por la discográfica y otros que siguen en ella. Todas las fotos tienen una firma con permanente negro. Las mesas de centro que hay frente a todos los sofás y butacas están hechas de dos cristales, y entre ellos hay varios discos de producciones hechas por Aura Records.
Hay gente por todos lados vestidos de marcas caras de pies a cabeza, seguramente serán algún cantante o integrante de un grupo que no conoceré. También hay mujeres y hombres trajeados que gritan elegancia a los cuatro vientos y seguramente trabajan aquí.
En la recepción hay un par de hombres hablando con distintas personas y una mujer trabajando en el ordenador. Me acerco hasta a ella y espero no interrumpirla con algo importante porque al estar a la derecha, apartada de los hombres que están atendiendo no sé si ella se encarga de guiar a la gente.
—Buenos días —saludo llamando su atención.
—Buenos días —saluda sin levantar la vista de la pantalla del ordenador que tiene en frente y de una manera muy seca.
—Mis amigos y yo recibimos el lunes un correo electrónico para reunirnos... —empiezo a contarle.
—¿Con?
—Pues verás... —rio tímidamente —no sabemos con quién tenemos que reunirnos la verdad, no nos dijeron nada.
La mujer levanta por fin la cabeza, analizo su cara llena de maquillaje, la piel pálida, las pestañas espesas, y los labios pintados de un fucsia chillón.
—A ver... si vienes a ver a uno de tus cantantes favoritos no puedo hacer nada por ti, esto no es un meet-and-greet, así que haz el favor y no me hagas perder el tiempo —la mujer me pone cara de asco total y vuelve a poner la mirada en el ordenador.
Julen se abre paso y me pasa un brazo por los hombros mientras que apoya el otro sobre el mostrador.
—A ver, chulita, —la mujer vuelve a levantar la cabeza —no hemos venido a conocer a nadie, nos han convocado porque somos un grupazo y quieren que triunfemos como nad... ¡AU!—Iris se ha puesto junto a Julen y le ha pegado un puñetazo en el hombro.
Bruno se ha puesto a mi otro lado.
—Perdónalo —se disculpa Iris —mira, nos mandaron esto el lunes, lo que pasa es que no sabemos con quién nos van a reunir, no nos lo comunicaron. Tampoco recibimos ningún otro correo de respuesta cuando confirmamos nuestra asistencia.
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Veneno
Teen FictionLia Santos es una joven repostera que vive en un pequeño piso de la ciudad de Barcelona junto a sus amigos de toda la vida. Lia es sencilla, tranquila y altruista, la pasión por la repostería perdura en ella desde que era pequeña cuando cocinaba jun...