Capítulo 26

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Lia

Oliver se fue un día después de mi cumpleaños, antes de la hora de comer ya estaba en Grecia y me mandó una foto con todo el grupo para que viese que estaba vivito y coleando. Me desperté un poco antes de lo normal para poder despedirme de él e hice tiempo en casa viendo Cómo conocí a vuestra madre antes de ir a trabajar.

Ya estamos a viernes y Sukha tiene concierto en Atenas y yo trabajo, tampoco es un día intenso aunque me lo paso cocinando con la ayuda de Eva, eso sí. El lunes me toca ponerme con un pastel para una boda, hasta el viernes no se lo llevarán, pero cada vez piden diseños más complicados. Y esta vez la madre del novio, que es la que ha hecho en encargo, vendrá el martes a darle el visto bueno a los rellenos y el diseño hecho en dibujo. Porque sí, cómo siempre no he sabido decir que no.

A eso de las siete de la tarde le mando a Oliver un mensaje mandándole toda mi ilusión y diciéndole que el concierto les irá increíble seguido de Somewhere Only We Know de Keane. Y sigo trabajando hasta el cierre, entre tanda y tanda he podido ir recogiendo y fregando, por lo que lo que me queda por limpiar es muy poco, lo hago tan rápido que aprovecho para limpiar el horno que hace un par de semanas que no lo hago.

No suelo dejar el horno sin limpiar, pero la semana pasada me dio bastante pereza, y hoy se ha derramado un poco de pastel al hornearlo así que sin duda era mi señal para darle una limpieza.

Cuando salgo de la cocina, Eva está limpiando las últimas mesas de la zona de la cafetería, dejo mis cosas a un lado y me pongo la chaqueta mientras ella acaba. Estamos a principios de marzo por lo que sigue haciendo bastante frío y muchas veces corre viento a estas horas y lo último que quiero es enfermarme.

Eva me da una caja pequeña de la pastelería con algunas sobras y me la llevo para casa para que mis amigos se peleen por ellas como si de la guerra se tratase. Cierro junto a Eva y vamos dirección mi casa ya que la boca del metro le pilla de camino, nos despedimos y no tardo mucho en llegar a mi querido piso.

Abro la puerta de casa recordando porque me gusta este piso,, porque los pisos que tengo subir valen la pena teniendo el trabajo tan cerca y el precio que pago por vivir en el centro de la ciudad es bajo. Lo cierto es que Barcelona no es el mejor lugar para encontrar un lugar donde vivir sin que te cueste un ojo de la cara. Pero para el lugar en el que mis amigos y yo tenemos el piso y que cada uno tenga una habitación propia, no puedo quejarme del precio que pago.

Nil me corta el paso viniendo directo a por mí y hecho un paso atrás ante su manera tan directa de acercarse.

—Venga, rápido —me agarra del codo, me quita la caja de postres de la mano y me lleva hasta el sofá para sentarme y plantarme una servilleta con un trozo de pizza en la mano.

—¿Pero... y estas prisas? —Pregunto.

—Tenemos que cenar rápido, que hay que cambiarse y tenemos que irnos.

—¿Pero irnos a dónde? —Insisto.

—A un sitio.

—Nil, díselo —le pide Aina.

—No.

—Es que vas a conseguir que se enfade contigo si no le dice a dónde vamos.

—Qué más da, si vamos todos no debe ser un lugar malo ¿no? Ni que fuésemos a llevarla al matadero.

—Pero que mínimo decirles a dónde narices la estás arrastrando en contra de su voluntad ¿no? —Interviene Sarah.

Miro a Mauro en busca de respuestas y el simplemente se encoge de hombros disfrutando su pizza.

—No, porque no va a querer venir —le responde Nil a Sarah.

—Está en todo su derecho —me defiende Aina.

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