Capítulo 29

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Lia

Oliver me agarra de la mejilla y profundiza el beso, yo arrimo mi cuerpo más al suyo y con un movimiento rápido por su parte, me agarra de la pierna y me sube a horcajadas de él y el vestido se me sube casi por encima del trasero en el acto.

—Me molesta la ropa que llevas —murmura contra mis labios con la voz más grave de lo normal y llena de deseo.

—Ya tardas en quitármela —respondo también contra los suyos.

No se lo tengo que decir dos veces, tira de la parte baja del vestido y me lo sube a la cintura ya que el cinturón no ha desaparecido por arte de magia, aunque ahora me molesta más de lo que me gustaría admitir. Me reclino para arriba y las manos de Oliver vuelan a la hebilla de este y se desabrocha con una rapidez digna de Flash. Acaba de quitarme el vestido pasándomelo con cuidado por la cabeza y mi sujetador cae en cuestión de segundos antes de que salga volando por los aires. El destino final del cinturón pasa desapercibido para mí, pero muy lejos no habrá ido a parar.

Yo estoy completamente desnuda, Oliver acaricia todo mi cuerpo con las manos mientras vuelve a besarme, sus manos se detienen en mi culo y me agarra de las nalgas con fuerza aunque sin hacerme daño. Mi cuerpo arde de pasión y gimo ante esa manera que tiene de desearme. Me besa todo lo que alcanza de mi torso, dejándome cada zona que toca con la piel de gallina.

Su ropa me molesta por lo que intento separarme de él pero me tiene cogida de manera como si pudiese escaparme en cualquier momento, al final suelto un gruñido para que entienda que quiero que me deje subir mi cuerpo. Oliver me mira con el ceño fruncido sin entender nada, tiro del bajo de su sudadera roja y él hace fuerza en su abdominal para subir su torso y tirar de su prenda hasta pasarla por completo por su cabeza. Yo, mientras, aprovecho para desabrocharle el cordón de su pantalón deportivo.

Oliver levanta la cadera y esa es mi señal para tirar hacia abajo y así quitarle los pantalones junto a los bóxers, dejándole completamente desnudo. Lanzo el pantalón que probablemente le he dejado algo húmedo por los aires y junto nuestros cuerpos desnudos como si no nos hubiésemos separado.

Paso de la boca de Oliver al cuello, dejando que los besos fluyan por toda esa zona en la que se le marca esa vena siempre que canta o toca la guitarra en algún concierto. Bajo por sus pectorales y me detengo en su pelvis para llenarla de besos y lametazos.

—Me estás matando... —suelta con su voz ronca cuando ya le he recorrido de arriba abajo un par de veces dejándole con las ganas.

Sonrío sobre la parte más baja de su vientre y no tiene que pedirme dos veces que pase a la acción. Agarro su miembro con la mano y sigo plantando besos mientras muevo la mano de arriba a abajo dándole placer a Oliver.

La respiración de él se acelera al mismo tiempo que se vuelve más densa, y cuando mi lengua entra en el juego, cada centímetro de su piel se eriza y al notar su reacción yo siento que mi cuerpo entra más en calor, si es que se puede.

Oliver pasa su mano por detrás de mi cabeza, con un rápido y ágil movimiento se envuelve la mano con mi coleta y acompaña mi cabeza con delicadeza a un ritmo más rápido del que estaba yendo.

Hace fuerza en sus piernas haciendo que se contraigan sus músculos y su mano me agarra con más fuerza, siempre sin llegar a hacerme daño. Y sin yo esperármelo, frena en seco, suelta mi pelo y pasa mi mano por debajo de la barbilla con mucho cuidado para que me aparte.

Es increíble la manera tan suave con la que puede llegar a tratarme siendo brusco o cauteloso. Yo soy tan torpe que creo que no soy capaz de hacerlo.

—Me está encantando, pero no quiero correrme si aún no he estado dentro de ti —susurra.

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