Capítulo 16

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Oliver

Era el gran día, hoy nos estrenábamos en un concierto de verdad, no era nuestro, pero pronto lo sería.

No he podido dormir por la noche, en pleno enero, en Barcelona, no es que haga mucho calor, pero de los nervios no he parado de moverme en la cama, así he entrado en calor, y si me destapaba sentía frío, no ha habido ningún punto intermedio. Me he agobiado tanto que hasta me he levantado de la cama resoplando, he ido a la cocina y me he servido un vaso de agua gélida de la nevera que me ha dado hasta dentera, y mira que yo soy de los que se come los helados a bocados.

Fuet me ha hecho compañía contoneándose por la isla de la cocina y restregándose contra mí, dejándome el pijama lleno de pelos, cómo no, y yo me he quedado con la parte baja de la espalda apoyada en el borde de la encimera de la isla y mirando por una de las ventanas de la cocina pensando en el día de hoy.

A pesar de al final haber vuelto a la cama y haber dormido un poco me he acabado levantando a las ocho de la mañana, como cuando entraba a trabajar en el taller de mi abuelo. Mis padres no han dado crédito al verme tan despierto a esa hora. Mi madre me ha servido un café y un par de tostadas pero tenía el estómago tan cerrado que solo he podido con el café. Después me he vestido y me he metido directo a la sala de ensayos con mis cascos que insonorizan el exterior y mi guitarra, y he repasado una y otra vez sin parar a pesar de que me doliesen los callos de las manos.

Mi madre ha abierto la puerta en varias ocasiones la puerta para recordarme que soy un ser humano y que tengo que alimentarme, pero de verdad que no me entraba nada en el cuerpo y he rechazado todas sus propuestas de comida. Hasta que antes de que se fuese a trabajar, ha vuelto con una bolsa de mi restaurante favorito. Iba a decirle a mi madre que no hacía falta pero antes de que pudiese quejarme me ha dicho que ella no había pedido nada. Dentro había una hamburguesa con extra de queso y cebolla caramelizada, patatas sazonadas y alitas picantes. Y una nota grapada a la bolsa que indicaba que venía de parte de Lia. Seguro que había hablado con mi madre y esta le había dicho que no había comido y a esto sabe que no puedo resistirme.

Tras comer me ha empezado a doler la barriga por los nervios, que por cierto, solo ha incrementado durante el día, y he seguido ensayando hasta las cinco de la tarde ya que a las seis tenía que estar en el lugar del concierto para la prueba de sonido.

Sorprendentemente, al llegar, estaban ya todos, Julen incluido. Y hemos tenido que hacerle caso al equipo de sonido en todo momento mientras nos microfonaban y probábamos a ver que tal estaba todo. No hemos tardado mucho, y además nos ha ido genial para probar los instrumentos, sobre todo a Iris y a mí, ya que cada instrumento es un mundo, pero se nota mucho más cambio en los instrumentos de cuerda, y más si estás acostumbrado a uno en concreto. Después de nosotros han tenido la prueba de sonido los Punching Kangaroos y justo ha llegado Arnau cuando han acabado para presentarnos a ellos.

Kolet es el vocalista, Derain el guitarrista y Dainan el batería, han sido muy simpáticos, aunque tienen el acento muy marcado, a pesar de tener un buen nivel de inglés me ha costado entender según que palabras, creo recordar que son del norte de Australia y por ello se nota tanto.

Después de conocerlos, hacernos una foto para las redes sociales y que nos expliquen cómo funcionará todo, nos llevan hasta una sala hasta que empiece el concierto.

—¿Cómo van esos nervios? —Pregunta Arnau cuando entra al camerino mientras mira su móvil.

—Ahí va —admito, aunque en realidad el dolor de barriga me está matando.

—Yo estoy atacada de los nervios —admite Mar.

—Es normal chicos, no todos los días se toca para el concierto de Punching Kangaroos, pero sin presión eh...

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