Capítulo 12

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Oliver

Los nervios, ahora mismo, están saliendo por todos los poros de nuestro cuerpo. Los cinco integrantes del grupo estamos ante el gran edificio de Aura Records. Siento lo mismo que la primera vez que estuve aquí, o incluso un sentimiento peor. Me va a salir el corazón por la garganta, si es que antes no me da una taquicardia y me quedo en el sitio, claro.

—Tenemos que entrar, chicos —Mar nos saca del trance.

—Es cierto, no podemos quedarnos toda la vida mirando el edificio —añade Iris.

—Venga, vamos —me escucho a mí mismo decir.

Caminamos hasta la puerta y cuando cruzamos el umbral volvemos a entrar en aquella inmensa recepción. La recepcionista de la última vez, creo recordar que se llama Pilar, sigue en su puesto de trabajo, nos acercamos hasta a ella.

—Buenos días, tenemos una reunión con... —empieza a decir Julen.

—¿Vosotros? —Le corta la mujer.

—Sí, nosotros, ya estuvimos aquí hace dos semanas, no recuerdas...

—Corazón, ¿tú sabes con cuantas personas tengo que hablar yo en un día? Imagínate en un par de semanas —sonríe con amargura.

—Pues no lo entiendo, porque estar de cara al público no es tu fuerte.

La madre que lo parió...

—Julen, ya —le regaño —. Discúlpale, tenemos una reunión con Arnau Segura.

—¿Nombre?

—Sukha.

La recepcionista gira la ruedecita del ratón entrecierra los ojos como si no viese bien mientras lee la pantalla del ordenador.

—Lo siento, no estáis en la agenda.

—Ah, qué raro, a lo mejor pone alguno de nuestros nombres, prueba con Iris Bravo —es el primer nombre que pienso ya que es ella quién se comunica con Arnau porque gestiona los mails y las redes sociales de Sukha.

—Nada.

—Em... prueba de nuevo con Julen Serrano o Bruno Sanz.

—Tampoco —niega tras revisar.

—De acuerdo pues... ¿Oliver Ibáñez te sale?

Me hecha una mirada haciendo ver que está cansada de buscar, al final acaba por mirar de nuevo en el ordenador.

—Anda mira, aquí estás, Oliver Ibáñez. Podéis pasar, aquí pone que es vuestra segunda visita así que ya sabéis que piso es.

—Sí, gracias, que tenga un buen día.

Nos dirigimos a los ascensores y esperamos a que se abra alguna de las puertas para ascender hasta el despacho de la reunión. Una vez dentro, empiezo a escuchar a Julen refunfuñar.

—No tenías que disculparte, sé hacerlo solo.

—Ya, pero no ibas a hacerlo —respondo.

—¡Porque no tiene razón!

—Y tienes razón Julen, pero no puedes hablarle mal al primer gilipollas que se te pone por delante tío, y más cuando es la persona que nos deja pasar o no.

Julen no dice nada más, resopla y cruza sus brazos sobre el pecho.

Al llegar arriba, nos encontramos con otra recepcionista, estas si se acuerda de nosotros y nos acompaña hasta el despacho, después entra en este y avisa a Arnau antes de marcharse.

—Hola chicos, pasad y tomad asiento —dice Arnau asomándose por la puerta tras varios minutos de espera.

Cuando entramos tomamos asiento. Parece que no hayan pasado las dos semanas, porque todo sigue igual, cada detalle del despacho, incluso la ropa de Arnau es la misma. Excepto su ayudante, parece haberlo despedido porque ahora la que está junto a él es una chica.

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