Capítulo 11

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Se miraron, el primero en desviar el contacto visual fue Izuku mirando la situación en la que estaban, sabía en donde terminaría, probablemente en la cama y con semen sobre su cuerpo.

Pero hoy no, estaba cansado. La atmósfera había cambiado, pero para mal.

Es mejor que se vaya. — saco los dedos de Enji de su entrada.

Izuku. Esto es importante. — Enji se lava las manos en el fregadero y se acerca nuevamente al peliverde. — Tenerte cerca...

— Te causará problemas. Crees que no lo sé. — dijo irritado y con su ceño fruncido apareciendo. — Siempre me lo has dicho. — Enji mira a su amante entristecido y enojado, abrazándolo, acariciando su cabello cedoso.

— Aparte de eso... No podría controlarme de tenerte tan cerca. — sintió como apoyo el mentón en su cabeza.

Enji se retiro después de ese cálido abrazo que lo dejó con ganas de más. Quería sentir el calor de ese cuerpo por la noches y verlo al despertar por la mañana.

Arreglaria su problemita que estaba siendo presión en su bóxer en el baño.

No le había preguntado sobre el sobre con dinero, pero estaba seguro que había sido Enji.

La noticia que trabajaría en la empresa vecina corrió demasiado rápido e imagino quien pudo haber sido la persona que se lo menciono. Su jefe, Yamamoto, no podía culparlo, sabía de la gran amistad que se tenían esos hombres de negocios.

La noche recién comenzaba y no había problema en que saliera a divertirse o beber un poco, después de todo no había nadie quien lo esperara al volver.

Se vistió y salió al bar que estaba cerca de su departamento.

Con un vaso vacio en mano, levantó el vaso para que se lo llenaran. Había muchas personas en ese bar, en un día de semana, pero después recordó que al día siguiente era feriado. Sonrió agradecido, no vería la cara de Enji, evitaria tal momento incómodo.

Una banda tocaría esa noche.

Espero que no sea un fracaso. — se escucho decir al hombre detrás de la barra. Izuku se río y volteo a ver al grupo de jóvenes que tocarían.

Mencionar que todos parecían rockeros, por la ropa negra que usaban.

Un chico rubio con mechones negros, toco la guitarra eléctrica pero salio una nota desafinada que hizo que todos se taparan los oídos y miraran al culpable de ello. El rubio se río con nerviosismo, con sus mejillas prendidas y mirando a sus compañeros.

Mierda. — dijo nuevamente el hombre atrás de Izuku que limpiaba con firmeza la mesa y después un vaso.

Izuku vio al grupo parlotear y volteo, tomaría un trago más antes de irse.

Escucho como esa guitarra era tocaba  nuevamente, sonaba bastante bien, acompaño con su cabeza el ritmo, hasta que la voz del cantante se incorporaba, el resultado una buena canción que pronto olvidaría o quizás no.

Gracias. — dejó plata y se levantó. Metió sus manos en sus bolsillos y camino a la puerta, por curiosidad dio un vistazo a la banda, había una persona más.

Abrió sus ojos.

La melodiosa voz era nada menos que...

Shōto Todoroki.

El menor de los Todoroki, lo miro de pies a cabeza, acercándose un poco y empujando a la gente que se comenzaba a amontonar.

Ahora.

¿Qué es lo que haría?

Claro, tuvo que sentirse mal y salir del bar.

No tenía mente para jugar en ese momento pero volvería a ese bar para encontrarse con ese chico y...

Seguir con su plan.

Se saco las zapatillas, se cambio, se cepillo para sacarse el aroma a alcohol y se hecho a dormir.

Pensando aún que haría para no trabajar en las oficinas donde su amante, era el dueño. Giro a un costado viendo la cajita que le había reglado el chico rubio a Natsuo.

¿Qué habrá pasado con Uraraka y Natsuo?

¿Seguirán juntos?

Sintió pesados sus ojos y se durmió.

Al día siguiente, había poca gente a esa hora de la mañana, el colectivo estaba medio vacío, pero con adolescentes aprovechando ese día feriado para salir a pasear, diciendo en voz alta que planes harían.

Izuku vio con receloso esa escena y tiempo después bajo.

Camino unas cinco cuadras, vio el pintoresco edificio con esos colores rojos y verdes que recordaba, no había cambiado mucho.

Camino subiendo las escaleras y tocando el timbre del lugar.

Vio como la puerta se abría, una mujer rubia con algunas canas presentes se asomaba y sonrió al instante al ver al chico peliverde.

Izuku. Pasa, muchacho. — le sonrió y cerró la puerta.

Señora Sato, quería comentarle sobre el tema...  y disculparme — mientras caminaban por los cuartos, despacio.

Mi niño... no tienes por qué hacerlo. No es tu culpa. — la señora se puso al frente de él y levantó la carita entristecida del peliverde. — Escucha mis palabras, todo saldrá bien. — capaz quería hacerlo sentir mejor y lo logro, le saco una sonrisa.

Caminaron al comedor donde comieron, escuchando a los chicos hablar, gritar y jugar.

Algunos niños emocionados se acercaron a Izuku y le entregaron unos dibujos.

— ¡Izuku! — Grito la niña para captar la atención del mencionado. — ¿Te gusta mi dibujo? — se acercó y puso en las manos del peliverde el dibujo hecho con acuarelas.

Esta precioso, Nina. — vio como la niña, sonreía con timidez y ocultaba su rostro.

Te llevas muy bien con los niños.  — Dijo la señora Sato apoyando sus codos sobre la mesa y mirando al ojiverde. Y un clic se le hizo en la mente  — Izuku... alguien preguntó por ti.

Continuará...

Amantes [Dekutodo] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora