Capítulo 39

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Uraraka y Natsuo compraron una casa a unas cuantas cuadras del muchacho, por el motivo de tener un poco de privacidad.

Y también porque la culpa era más fuerte de lo que imagino, entristecia su vida, tenía más de lo que hubiera pensado, dormía en una cómoda cama al lado de una persona que la quería, sus cabellos blancos pegados a la almohada era una linda y encantadora vista.

Natsuo babea y a ella no le importaba.

Uraraka se levantó para no despertar a su novio, inhalo y decidió que esa mañana quería algo fuerte, visitarian a Rei. La mujer se había vuelto loca... pensaba que tenía 18 años y que el bebe, era Tōya.

Camino a la cocina y saco un vaso pequeño, después una bebida alcohólica.

Se sirvió y escucho el arrastre de unos pasos aproximarse, era obvio quien era.

Cariño... — Natsuo dio un bostezo y se estiro. — Esto es demasiado... has bebido eso durante varios días.

Se acerca para quitarle la botella y la castaña lo ignora.

Natsuo solo niega con la cabeza pero logra sacarle la botella que tenía la mitad de su contenido y desaparece con ella. La destapa y bebe.

Natsuo tampoco está bien.

Se escucho el timbre de la casa.

El muchacho dejó la botella en el mueble que estaba cerca de la puerta principal y abrió, no había nadie pero si una cajita pequeña que reconoció de aquella fiesta.

¿Qué hacia eso ahí?

¿Habra sido Keigo?

Agarro la cajita y miro a su alrededor.

¿Dónde se ocultara?

Con la reciente renuncia de Izuku, Enji no tuvo más que aceptarlo, mientras veia que su oficina era más oscura y solitaria

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Con la reciente renuncia de Izuku, Enji no tuvo más que aceptarlo, mientras veia que su oficina era más oscura y solitaria. Escucho la puerta y vio a Rei con unas bolsas de comida en sus manos.

Venía a desayunar.

El pelirrojo acepto la bolsa y dejo el vaso con cafe a un lado, las medialunas encima de una servilleta y le dijo a Rei que se sentara donde guste. La chica sonrió y comenzó a comer.

Oye, Enji... Te acordas que hablamos del divorcio que tendríamos después que naciera el bebe. — lo ve asentir. — Podríamos hacerlo... por lo que paso... con Tōya... sobre que él no... bueno ya sabes... — se le forma un nudo en la garganta.

Te dige que no te dejaría. — Dice Enji.

Enji... me ayudaste lo suficiente y esto es lo que te debo. — saca unos papeles de su mochila pequeña y se lo enseña al ojiazul. — Solo falta tu firma.

Amantes [Dekutodo] [FINALIZADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora