09. Las amigas tambien se besan

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Tenía que pensar en una respuesta rápida. ¿con quien había estado? No sabía si decir la verdad era lo indicado teniendo en cuenta que Sophia se encontraba expectante a mi respuesta, también se encontraba el hecho de que las últimas veces que se habia pasado por mi cabeza mentir me habían logrado atrapar con las manos en la maza.

Si mentía corría el riesgo de que me vuelvan a descubrir, pero si decía la verdad, corría el riesgo de que Sophia no vuelva a hablarme en mi corta existencia.

Tenía que elegir una de las dos opciones rápido. Mientras más tardará más sospecharian de mi respuesta.

¿Con quien había estado?

Dirigi mi vista a papá, intentando ignorar a los miembros de la familia Brown por completo.

—me cruce con la hija de tu jefe en el estacionamiento escolar y se ofreció en traerme, supongo que le di algo de pena.— conteste intentando quitarle importancia.

Bueno, al fin de cuentas mentira no fue.

Papá suspiro y casi al instante su rostro parecía haberse relajado por completo.

—¿el auto era suyo?

Asentí. Francis solto un silbido, llamando la atención de todos.

—¿la hija de tu jefe esta buscando un copiloto por casualidad?— Sandra golpeó a Francis en la nuca. —¡fue una broma!

—¡¿con la nariz desviada y la cara hinchada piensas que alguien querría que seas su copiloto?! ¡a las chicas no le gustan los idiotas que se la dan de matones!

Francis solto un gruñido. No fue hasta ahí que pude darme cuenta de que una bandita blanca decoraba su moretoneada nariz.

—¿porqué la hija del jefe de tu padre estaría en el estacionamiento escolar?— pregunto Sophia con notoria incredulidad.

Aun llevaba su uniforme de animadora puesto y el cabello recogido, una sudadera con cierre era lo unico que la protegía de las frías corrientes de aire que el otoño traía con él.

—ella asiste al mismo colegio que ustedes. Es una chica simpática.— afirmó mi padre, llamando aún más la atención de los mellizos.

—va a otra división, a decir verdad nunca me la cruce en la institucion. Lo de hoy fue pura casualidad.— afirme inmediatamente.

Sophia asintió, como si aquella información fuera suficiente por el momento.

—¿como se llama?— la pregunta de Francis me estremecío.

—¡no le digas!— suplico Sandra. —este mes no quiero a ninguna chica que no sea Piper sentada en mi mesa.— contestó aquello fulminando con la mirada a su hijo.

—¡pero mamá!

—¡suficiente!

Mi cuerpo se volvió a relajar.

—¿porqué mentiste con estar en casa?— papá movía sus manos al hablar. —puedo entender que te hayan traído, pero no puedo entender la necesidad de mentir con eso.

—¡estaba viniendo! ¡era exactamente lo mismo decirlo en el camino, en la puerta o desde mi habitación!— argumente con cierta molestia.

—mira el lado bueno Emanuel, ¡al menos no te trajo algun noviesito!— Sandra solto una carcajada y le dio un par de golpes en la espalda a mi papá.

Sophia se encaminó hacia mi con las manos detrás de la espalda. Su boca quedó a peligrosos centímetros de mi oído. En su rostro se reflejaba una inocencia que yo tenía claro que en su interior no existía.

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