18. Rock and Roll

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Fueron varias las ocasiones en las que pude visualizar a Michelle detrás de un volante, sentada en el asiento de piloto. Aún así, nunca le había prestado tanta atención hasta hoy.

Una mano en el volante y la otra reposando a un costado de su cuerpo. sus ojos se veian brillantes debido a los faroles de los coches cruzando la autopista junto a ella, apenas si se podía visualizar el rastro de pecas que adornaban su rostro.

¿Por qué se tenía que ver tan bien mientras manejaba? Esta mujer iba a matarme.

—¿puedo saber a donde vamos?— pregunté aun sin dejar de mirarla.

—¿cual es el apuro? Sabrás donde es una vez lleguemos.

El coche dio un giro hacia la derecha, frunci el ceño.

—si sabes que del lado oeste de la ciudad no hay nada más que basura, ¿verdad?.

Michelle desvio su vista hacia mi por un instante, una sonrisa se empezó a dibujar por todo su rostro.

—para recién llegar, conozco la ciudad mucho mejor que tú.

—no hay nada del lado oeste, esta prácticamente deshabitado.— insisti.
—todos lo saben, es el lado muerto de la ciudad.

—no lo vi tan muerto la semana pasada.— la observe, confundida. —tal vez zombificó.

A decir verdad, pocas veces en mi vida tuve que pisar aquella zona de la ciudad, no había nada que hacer ahi. La mayoría de personas que vivían allí se trasladaron a otros lugares por el alto riesgo que tenía transitar sus calles, gente peligrosa vivía ahí después de todo.

Hoy en día, para lo único que se pisaba la zona oeste era para dirigirse al basural que queda de camino.

—¿con quien viniste?.

El tamaño de su sonrisa se triplicó.

—¿disculpa?— pregunto entre risas

—dijiste que estuviste por aquí la semana pasada, ¿con quien?

La observe expectante, curiosa por saber su respuesta. Según mis conocimientos, Michelle no contaba con un circulo social amplio. Me intrigaba saber que hacía una chica como ella, en un lugar como este.

—con tu amigo no, si es lo que te preocupa.

Frunci el ceño, molesta. Choque con fuerza mi cuerpo contra el respaldo del asiento.

—vete a la mierda, Michelle.

—papá me pidió que venga a ver unos terrenos por aquí la semana pasada.— Michelle acerco su mano libre hacia mi, pincho mi mejilla con su dedo indice.—relájate, pareces uno de esos perros chiquitos y gruñones.

—¿por qué alguien quisiera comprar un terreno por aquí?.— pregunté, esquivando su comentario de mal gusto en el que me comparaba con un chihuahua o en su defecto, con un caniche.

—es a lo que se dedica. Comprar, comprar y comprar. Además, en lo que a mi respecta, me parece una fantástica inversión.

—¿como la de los cereales?— enarque una ceja.

Una carcajada se vocifero por todo el coche, evité sonreír ante aquel sonido.

—si no te conociera, diría que los odias.

—¿que te hace pensar que me conoces?

El coche freno frente a lo que parecía ser una especie de callejón. Me abstuve de comentarios sobre aquello.

Su rostro tardo en girarse hacia mi dirección el mismo tiempo en que tardaba desabrocharse el cinturon de seguridad con sus manos.

—se que balbuceas dormida.

Cereal loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora