26. Los fantasmas del pasado

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—hey.

Salude mientras reposaba mi cuerpo en el marco de la puerta, con una sonrisa embobada en el rostro.

Michelle siempre me hacía ver como una idiota, me hacía sentir como si mi vida fuese un musical cada vez que me sonreía y paralizaba mi cuerpo con tan solo un par de palabras.

Sus ojos apuntando directamente a los míos desde el otro lado de la puerta me daban vuelta todo mi mundo de un vuelco.

—hey.— me devolvió el saludo mientras alzaba su mano en el aire, mostrándome la bolsa que traía amarrada a su muñeca. —traje el postre.

—te dije que no compraras nada.— la regañe mientras me cruzaba de brazos. —sabes que no me gusta que gastes tu dinero.

—sabía que me dirías eso.— bufó. —por eso mismo, esta vez no he comprado nada. ¡Lo cocine yo misma!— contesto orgullosa. —hice Pie de limón. Creí que les gustaría.

—¿que hiciste que?— pregunté, sorprendida.

No creí que a Michelle le gustara cocinar.

Es decir, sabía que cocinaba, pero, ¿Pie de limón?

—cocine Pie de limón.— reafirmó. —te gusta el Pie de limón. ¿Cierto?

—por supuesto, pasa.

Me corrí hacía un costado, dejándola adentrarse a mi hogar.

—¿y tu padre?

—en la cocina, él esta...

—¡¿comenzó sin mi?!— chilló dramáticamente mientras se llevaba la mano hacia su pecho.

—puedes ir si quieres.

No había alcanzado a terminar de autorizarle el paso para cuando ella ya se encontraba rumbo hacia la cocina.

No pude evitar reír al verla correr en búsqueda de mi padre.

Seguí su rastro en completo silencio.

—oh, hola Michelle.— saludo mi padre con una sonrisa en su rostro mientras le colocaba las capas de pollo desmenuzado en la lasagna. —¿cómo estás?

—fatal.— contestó la pelirroja mientras dejaba la bolsa que había traído sobre la mesa y se arremangaba las mangas de la sudadera que traía puesta. —¡empezaste sin mi!

Mi padre pronunció una agradable risa, no pude evitar sonreír al verlos congeniar desde la mesada.

Retire el Pie de limón de la bolsa y con cuidado lo lleve hacia la nevera.

Se veía delicioso.

—yo fui quien te invitó a cenar, ¿no? ve a hacer tiempo con Piper, cuando la comida esté lista les avisaré.

—Déjame ayudarte, insisto. Me vi siete tutoriales sobre como preparar lasagna antes de venir, créeme cuando te digo que soy una profesional en esto.

—¿una profesional? ¿hace cuanto? ¿Veinte minutos?

Michelle volteó a verme con el ceño fruncido, ofendida por mi comentario.

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