Pinceladas anaranjadas se esparcian en el lienzo azul que usábamos para pintar el cielo. El sol era escondido por el agua del lago al alzarse con fuerza.
Si me concentraba en mi respiración lograba percibir con facilidad el aroma del césped mojado, de las margaritas que se encontraban a mis costados. Si respiraba aún con más profundidad la basura de los suburbios y las comidas de los puestos ambulantes se colaban por mis orificios.
La gula del ayer era el hambre del hoy y donde antes se encontraba una hamburguesa de Fox hoy se encontraba mi guitarra criolla.
Gire de página en mi libreta, leí la última canción escrita, aquella que la primera vez que la imagine explaye en una servilleta; comencé a tocarla.
¿La ciudad había perdido su brillo o había sido yo la que había pintado sus superficies de negro?
Me lo preguntaba a menudo y últimamente era lo único que giraba por mi mente.
Levante el mentón, haciéndole frente al mundo para no dejarme morir entre las sombras.
Sentía las cuencas vacías, ni un rastro de humedad se encontraba en ellas.
En mi paisaje ya no se encontraba humedad, estaba destinada a convivir con la infinidad de un desierto en él que ni los insectos se atrevian a posar.
Si irme era la solución, ¿porque seguía buscando fallar? ¿Porque deseaba resbalarme? ¿Porque estaba planeando huir si había encontrado el valhalla?
Siempre quise brillar, ¿porque ahora que había sido conectada a la corriente mi foco lucia defectuoso?
Había danzando tanto en la lluvia, había abrazado de tal forma la nieve y sentido las flores primaverales contra mi pecho que ahora en verano, me era imposible hallarme.
Buscaba razones para quedarme en los carteles de las calles, en los folletos pegados contra las cafeterías; en ninguno se allaba la respuesta.
El nombre de Michelle Mendez no se encontraba por ningún lado y por más que se encontrase; ¿el pesar de su nombre valía más que mi futuro?
Tal vez solo buscaba razones para incluirlo en él y trazar sus iniciales en mis tejados a pesar de que todo lo que la conformaba ya había entrado al gran salón de mi interior hace mucho tiempo.
Su alma había usurpado mi piel, había devorado toda mi integridad desde dentro.
Y yo, estúpida que creí que con forzar las arcadas se iba a escapar por la garganta cuando lo único que logré expulsar había sido lo poco que quedaba de mi.
Me ponía de pie y le aplaudía, aplaudía la magnífica forma en la que había logrado arruinarse conmigo. Fatigarme con su amor.
Si entrecerraba los ojos y enfocaba lo que más deseaba en el mundo, entre mis moribundas alucinaciones se la podía ver a ella, caminando hacia mi, suspirando mi nombre como una suave melodía de Blues.
Quería irme, en verdad quería hacerlo pero, me negaba a abandonar aquella parte de mi que había decidido quedarse con ella.
Deje la guitarra a un costado y suspire pesado mientras abrazaba mis rodillas con fuerza.
Cerré los ojos, implorando que se me presentará una señal delante de mi, algo que me diera indicios de que era lo que debía hacer.
—hey.
Mi cuerpo se tenso, me tomé unos segundos para estabilizar la respiración que se me acababa de alterar, luego puse mis ojos en ella, sabiendo que se encontraba justo delante de mi.
—hey.
—¿puedo sentarme?
El sol alumbraba sus ojos miel y su cabello lucia como pequeños cables de cobre debajo de él.
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Cereal lovers
RomanceLa vida de Piper da un giro inesperado cuando horas antes de su primer dia de clases decide ir al supermercado en busca de sus cereales favoritos, solo hay un problema; una colorada de 1,70 que logro ganarse su odio al arrebatarle la última caja de...