c a p í t u l o d o s

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En el camino hacia el departamento de la DEA ninguno se dirigió palabra alguna. Janie estaba muy ocupada odiando a Javier Peña, pero más odiándose a sí misma.

Haber caído tan fácilmente en su juego es algo que derrumbaba todo lo que había construído durante muchos años. Su plan era ser atrapada por la DEA, sí, pero no tan pronto.

Y todo por el estúpido agente Peña.

Él se mantenía con rostro inexpresivo. De vez en cuando lanzaba miradas hacia Janie, pero nada más. Parecía sentirse avergonzado de lo que había hecho, y eso hacía que Janie quisiera plantearle un puñetazo en su hermosa nariz.

Miró su perfil, y realmente no podía creer lo atractivo que era a pesar del calor que hacía. Mechones estaban pegados en su frente, pero eso hacía verlo incluso más atractivo. Su bigote estaba perfectamente arreglado, y las venas de sus brazos resaltaban gracias a que tomaba el volante del auto con fuerza.

El hecho de haber frenado en un estacionamiento hizo que la chica apartase la mirada rápidamente. Javier apagó el auto, bajó y se dirigió hacia la puerta del lado del copiloto para abrirle.

Al abrirla, cogió el brazo de Janie, pero ella lo sacudió con fuerza. —Puedo bajarme y caminar sola.

El tener esposas atando sus manos le complicaba bastante las cosas, pero no iba a dejarse doblegar por este idiota agente de la DEA.

No de nuevo.

—Sé que eres capaz de bajar y caminar sola, como eres capaz de escapar— Javier susurró a su oído mientras la cogió fuertemente del brazo.

Caminaron hacia la comisaría que para sorpresa de ambos estaba casi vacía. Javier saludó con un movimiento ligero de cabeza a un par de policías y llevó a Janie a la sala de interrogatorios.

Steve, su compañero, estaba balanceándose en la silla mientras jugaba con un encendedor. Al ver a Javier, se puso de pie.

—Ya era hora— dijo sin mirarlo a él o a Janie.

—Tuve unas complicaciones— el agente soltó a la chica y le indicó que se sentara en la silla anteriormente ocupada por Steve.

El rubio miró a Janie de los pies a la cabeza y luego miró a Javier con una sonrisa pícara. Javier puso los ojos en blanco.

La chica tomó asiento y se quitó la peluca de forma brusca. Intentó soltar su cabello recogido pero las esposas se lo impedían. Acercó sus muñecas esposadas hacia Javier, en señal de que se las quitara.

Los agentes se miraron por un momento, y Javier retiró las esposas. Janie soltó su cabello y rascó su cabellera. Se sintió intimidada por la mirada de Javier, pero carraspeó para disimularlo.

Esto era un juego, y ella tenía que estar siempre a la delantera. Ese era el plan.

—Creo que está de más decir que sabemos lo que haces— Steve rompió el silencio—. Y que en ello están incluidos muchos delitos que pueden dejarte mucho tiempo en la cárcel. Uso de drogas ilegales, secuestros, en fin...

—Sin mencionar el peligro que implicaría para ti que tus víctimas tomen represalias— Javier tomó asiento en la mesa frente a Janie—. ¿Tienes idea de quién era el tipo que drogaste hoy?

Para su suerte, Janie conocía perfectamente el juego del hombre. Lo había visto con Helena y otras más de sus compañeras: hacerse el preocupado para que ellas estuvieran a sus pies e hicieran todo lo que les pedía.

La chica mira a Javier de forma desafiante. Lo estaba odiando más que nunca: —Jerónimo Saenz, plomero y en sus tiempos libres transporta mercancía de Escobar.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora