c a p í t u l o s i e t e

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Habían pasado un par de días desde la última vez que Janie y Javier se habían visto. Javier fue al prostíbulo donde ella trabajaba la noche siguiente con la esperanza de verla, pero las demás chicas la excusaban diciendo que estaba muy ocupada. Parecía que lo evitaba, y él aún así fue a buscarla.

Se sentía un completo idiota por ello.

Estaba sentado en su escritorio con los codos apoyados y sus nudillos sosteniendo su cabeza mientras miraba fijamente el teléfono. ¿Cómo no le había pedido a Janie su número de teléfono? Podía llamarla con la excusa de preguntarle por más información.

¿La excusa? Si se supone que por eso la había contactado. Se supone que esa tiene que ser la razón principal del querer hablar con ella, no la excusa...

—Peña— un joven con una holgada camisa amarilla y grandes lentes caminó hacia el agente, haciéndolo salir de su ensimismamiento—. Te lo envían de la oficina principal— le extendió a Javier un sobre. Al cogerlo, el hombre se dio cuenta que se trataban de los pasaportes de Helena y su familia—. Y mandan a decir que no somos una fábrica de pasaportes.

Javier asintió sin apartar la vista del sobre, y le hizo ademán al joven con la mano para que se retirara mientras lo abría. Estaba chequeando que todo los documentos estuvieran bien cuando Steve tomó asiento sobre su escritorio.

—¿Qué es eso?— dijo su compañero.

—Pasaportes. Para una de mis informantes.

—De Helena, seguramente— el hombre lanzó una mirada sospechosa a Steven, pero antes de que pudiera preguntar, este habló—. Se lo que pasó con ella la otra noche, y se que tu novia estaba allí. No me gusta Janie. No confío en ella.

—Nos compartió algo que nosotros no pudimos obtener con meses de búsqueda— refutó Javier sin pensarlo. Le disgustaba a dónde iba dirigida la conversación.

—¿Y cómo crees que la consiguió? Debe trabajar muy de cerca con las personas de Escobar, y eso no me gusta.

—Tal vez era lo que necesitábamos, porque por fin estamos avanzando.

—¿A cambio de nada?— el agente no articuló palabra alguna, porque Steve tenía razón—. Todos queremos algo, Javier, y cuando no lo queremos es porque estamos ocultando nuestras verdaderas intenciones.

—Janie no es así— se limitó a decir el hombre, y su compañero soltó una carcajada.

—¿No me digas que estás enamorado? Me refiero a Janie como tu novia solo para molestarte pero...

—Sé que no es así porque la vi salvando a Helena— Javier estaba comenzando a ponerse furioso, por lo que apretó los puños para tenerlos listos en caso de que a Steve se le ocurriera decir otra tontería más. Le dedicó a su compañero una mirada asesina, lo que hizo a este dar un par de pasos hacia atrás—. La vi adentrarse a una casa llena de hombres armados con tal de salvarla. Nadie con malas intenciones hace eso.

—Solo digo, amigo— Steve levantó sus manos en señal de paz—. Que deberíamos tener más cuidado, y no creo que deberíamos trabajar con ella.

—Pues me importa una mierda lo que opines— con un movimiento brusco, el hombre movió el escritorio hacia adelante, generando un sonido irritante por el roce del suelo con la pata del mueble. Se puso de pie y se dirigió con paso decidido a la salida.

No estaba enamorado, simplemente le parecía absurdo lo que Steve decía sobre Janie. Ella hacía cosas horribles, pero él también las hacía. Cuando quieres luchar contra personas horrendas muchas veces tienes que ponerte a la par de ellas. Además, la había visto con Santiago, que aunque Javier no confiara en él, ella se mostró como realmente es. Una chica valiente que simplemente quiere acabar con todo lo malo.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora