c a p í t u l o d i e c i n u e v e

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Al llegar al departamento de Javier, este quedó en ropa interior mientras que Janie solo dejó su jean azul en el suelo antes de tomar lugar en la cama. Se colocó boca arriba, y respiró hondo.

El hombre se acomodó de lado para observarla. Agarró el hombro de la chica para indicarle que hiciera lo mismo. Ella obedeció.

—Gracias— dijo Javier al observar la expresión nerviosa de Janie.

—Solo... durmamos, ¿de acuerdo? Estoy cansada.

Él asintió, y cerró sus ojos mientras apoyaba su mano sobre el vientre de la chica. Ella, en cambio, volvió a colocarse boca arriba, observando el techo. No planeaba dormir esa noche.

Sin embargo, el cansancio le hizo una mala jugada.

Javier escuchaba a lo lejos gritos de una mujer. Poco a poco se hacían cada vez más legibles, y se dio cuenta que era Janie. Abrió los ojos como platos y se puso de pie al instante. Miró la cama, y la chica se movía desesperadamente, como si intentara desprenderse de una fuerza invisible. Sus ojos estaban abiertos

—¡Suéltenme!— exclamó una y otra vez—. ¡No más, por favor! ¡Basta!

—Janie...— logró decir el agente con voz entrecortada. Sabía que tenía que hacer algo, por lo que se sentó junto a ella y la tomó de ambos brazos—. ¡Janie!— dijo con voz exaltada para que la chica despertara.

Ella colocó sus manos en los brazos del hombre y, al sentirlo, dejó de gritar. Sus ojos dejaron de estar en trance, y lo observó.

—Cariño, soy yo— Javier suspiró, aliviado—. Tuviste una pesadilla, nada más.

Janie miró a su alrededor, intentando procesar lo que había pasado. Cubrió su rostro con ambas manos, avergonzada, y rió con nerviosismo.

—Mierda— dijo entre risas—. Lo lamento, yo... Esto me pasa casi todas las noches. Por eso no quería que durmiéramos juntos...

—Escucha— el agente retiró las manos del rostro de la chica y lo cogió. No recordaba la última vez que había despertado gritando, pero sí sabía lo que era tener pesadillas y despertar con falta de aire, pensando que no hay más esperanza—. No hay nada qué disculpar, porque sé que esto te pasa porque no lo compartes con nadie. Ahora estamos juntos, y no tienes que pasar por esto sola.

Janie tragó saliva, y sus ojos comenzaron a tornarse cristalinos, por lo que bajó la mirada. La barrera que había forjado después de años estaba siendo derrumbada por el agente. Se sentía tan vulnerable, avergonzada, tonta...

—¿Hay algo en particular que quieras hacer?— el hombre agachó la cabeza, en busca de observar a la chica a los ojos. No quería presionarla.

—No puedo seguir con esto...— la voz de Janie era temblorosa.

Javier suspiró con irritación.

—Cariño, ya hemos hablado de esto...

—Tengo que decirte la verdad— respiró profundo, y levantó el rostro. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su nariz se había tornado de un color rojo—. Si... si tanto quieres estar conmigo, tienes que saber todo.

—De acuerdo— el hombre asintió, intentando parecer tranquilo, pero la realidad era que su corazón estaba por salir de su pecho—. ¿Quieres hacerlo ahora?

—¿Recuerdas el día que me dijiste que todos trabajamos para alguien?— el agente movió la cabeza en señal de afirmar lo que la chica decía—. Te di la razón, a pesar de que no trabajo para ti.

—Lo recuerdo.

—Bien— la chica respiró y cerró los ojos. Tenía que hacerlo. Ya era demasiado tarde—. Porque sí trabajo para alguien.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora