c a p í t u l o c u a r e n t a y s e i s

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El día en la oficina fue agitado. Janie y Javier estuvieron todo el día en la cabina de radio junto al chico encargado de escuchar las llamadas entre Franklin y Christina. Si Janie escuchaba la voz de esos dos un minuto más era capaz de romper todo. Mientras frotaba sus ojos con los dedos con irritación, escuchó al hombre decir algo en otro idioma que no era inglés o español.

—Rebobínalo— dijo la chica mientras se incorporaba. Se colocó junto al chico, apoyando una mano en el escritorio de él y otra en su silla. El chico tragó saliva y, disimuladamente, miró el escote de la chica a través de su blusa blanca de botones. Era rubio y de ojos de color azul intenso. Se notaban sus marcas de acné en las mejillas, por lo que apenas tenía más de veinte años. Permaneció inmóvil.

—¡Oye!— la voz firme de Javier hizo que el chico saliera de su ensimismamiento. Miró al agente que se había colocado del otro lado con ceño fruncido y brazos cruzados—. Haz lo que dice, y ojos en la radio. ¿Me escuchaste?

—Sí, señor— carraspeó, y obedeció—. Lo siento.

Janie se enderezó y se cruzó de brazos mientras soltaba un bufido. Volvió a escuchar la voz de Franklin hablando en una lengua que no conocía. Miró a Javier.

—¿Sabes qué idioma es?

El hombre negó con la cabeza.

—¿Y tú?— dijo, observando al chico y haciendo un movimiento de cabeza—. Por algo te pagamos.

—No, señor— en su tono podía notarse el nerviosismo—. Pero puedo averiguarlo. Iré por los diccionarios...

—Pide a alguien de mensajería que te los traiga, idiota— Javier estaba irritado de haber pasado todo el día allí encerrado sin escuchar nada más que las voces de los esposo Jurado, su cabeza le dolía con intensidad y ahora este niñato había visto indebidamente a Janie—. No puedes dejar la radio sola— tomó de una silla su chaqueta marrón, y dedicó una mirada a la chica, que mantenía la vista en el aparato, concentrada—. Vámonos, Janie— ella, sin desviar la mirada, asintió y dio unos pasos hacia la puerta. El hombre giró de nuevo hacia el chico—. Llámame apenas tengas novedades.

—Sí, señor— asintió.

—Deja de llamarme "señor"— se quejó Javier.

—Sí, se...— se detuvo, y sacudió ligeramente su cabeza—. Sí.

Ambos salieron de la habitación sin decir nada. Caminaron por el estrecho y largo pasillo.

—Eres un jefe muy amargado— Janie lo observó de reojo y sonrió a boca cerrada.

—Así es este trabajo— se encogió de hombros—. Tiene que aprender cómo es. Además, tiene que aprender...— el agente tomó el brazo de la chica y lo atrajo así. Cuando la tuvo cerca, rodeó su cintura con su brazo, y posó su mano en el glúteo de ella. Sus labios casi se rozaban— que nadie mira a mi chica de esa forma.

—¿Qué forma?— la chica rodeó el cuello del hombre con sus brazos e inclinó un poco la cabeza, fingió dudar.

—Sabes a qué me refiero— Javier miró los labios de la chica, y los deseó como si nunca antes los hubiera besado—. Tal vez estás tan acostumbrada que ni lo notas, pero todos te miran de una manera que...— apretó ligeramente el glúteo de la chica.

—No lo noto porque me importa una mierda quién me mire— sonrió a boca cerrada, y acarició la mejilla del agente con la yema de sus dedos—. Solo me importa sentir esos ojos marrones sobre mí.

Javier sonrió, dejando a la vista sus blancos dientes y cerrando casi por completo sus ojos. Juntó sus labios, y ella cogió su rostro con ambas manos. Se dieron un beso delicado.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora