c a p í t u l o n u e v e

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A Javier le costó mucho conciliar el sueño esa noche debido a que se sentía como un completo idiota. Se había comportado de manera infantil frente a Janie solo porque ella, de manera poética, lo había rechazado.

No quería que la chica se quedara con esa imagen de él, por lo que estaba decidido a disculparse. Pero primero, tenía que ir a trabajar.

Llegó más temprano de lo habitual a la oficina. Una vez que aparcó en el estacionamiento, apretó ligeramente sus lagrimales con su dedo pulgar e índice. El dolor de cabeza lo estaba matando.

Resignado a que se mantendría despierto el resto del día a base del asqueroso café que servían en el despacho, bajó del auto y caminó hacia la entrada. En las sillas junto a la casilla de vigilancia había alguien esperando. Agudizó la vista, y se dio cuenta que era Janie.

No estaba vestida como solía estar por las noches. Tenía unos jeans azules tiro alto, converse negros y una camisa blanca anudada un poco más arriba del botón de su pantalón. Javier pensó que se veía hermosa.

—Janie— dijo el hombre, confundido.

La chica estaba recostada en la silla, con los brazos cruzados y la cabeza gacha. Parecía estar descansando. Al escuchar su nombre, se incorporó. Analizó rápidamente a Javier

—Luces horrible.

El agente suspiró, resignado a que Janie siempre tenía algo molesto que decir. Al ver la expresión del hombre, sonrió. Le gustaba hacerlo disgustar.

—Me siento horrible— dijo Javier. Si iba a disculparse, ese era el momento perfecto —Janie, escucha. Con respecto a lo que pasó anoche... Lo lamento. No debí hablarte así, y...

—Javier— suspiró con pesadez. La chica se puso de pie, y él temió por lo peor—. Está bien. Olvidémoslo, ¿de acuerdo? Hagamos de cuenta que nunca pasó, y sigamos cada quién en lo suyo— Janie lo miraba a los ojos, y Javier pudo detallarlos. Eran color verde, pero el color iba degradándose a castaño alrededor de las pupilas. No podía dejar de mirarlos. Quería perderse en ellos, besar sus labios, tocar su piel...

Janie miró los ojos castaños del hombre, pensando en que eran hermosos, especialmente porque se le hacían tan familiares....

—¿Trato?— dijo la chica para desviar su atención y no caer en los bellos y a la vez horrosos recuerdos del pasado. Javier sacudió ligeramente la cabeza para salir de su ensimismamiento. Bajó la vista, y Janie le había extendido su mano para cerrar el acuerdo.

No quería olvidar lo que había pasado. Quería hablar al respecto. Quería preguntarle qué significaba lo que le había dicho, pero también era consciente que insistirle a la chica empeoraría las situación. Era muy testaruda. Se dio cuenta que lo mejor era ir despacio con ella, y ver cómo fluían las cosas.

Javier cogió la mano de Janie, aceptando el trato. Ella sonrió con desgana.

—¿Qué haces aquí?— dijo el agente.

—Necesito hablar contigo y tu compañero. Tengo información muy importante.

—¿Qué es?

—Deberíamos esperar a Steve. No quiero decir lo mismo dos veces.

Resignado, Javier asintió. Se quedaron en silencio unos segundos. Janie miraba al lado opuesto con brazos cruzados mientras la brisa alborotaba su cabello. Cogió un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió. Lo colocó en sus labios, y pensó en lo que le había dicho al hombre. Era lo mejor para ella. No podía darse el lujo de enamorarse, y mucho menos ahora...

—¿Quieres entrar y esperamos dentro?— Janie giró hacia el agente—. Te daré una taza de café porque, si soy honesto...— Javier miró de abajo hacia arriba a la chica, y pudo notar que sus ojos estaban rodeados por unas acentuadas ojeras— tú también luces horrible.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora