c a p í t u l o c u a r e n t a

1.3K 115 364
                                    

De vuelta en la oficina, Javier tenía mucho trabajo acumulado y permaneció leyendo documentos en su despacho incluso después de que terminara la jornada laboral. Había permanecido casi diez minutos en la misma página del archivo porque estaba distraído. Dejó reposar su cigarrillo a medio terminar en el cenicero.

Sabía que sería inútil seguir allí porque no pensaba en otra cosa más que en afrontar la situación de una vez por todas. Se puso de pie y salió. Caminó por el oscuro pasillo, y se encontró a Janie tecleando en la máquina de escribir con un cigarrillo entre sus labios. Parecía muy concentrada, porque no notó la presencia del agente. Solo estaba encendido el foco debajo del escritorio de la chica.

Lucía cansada. Traía su camiseta holgada de Prince y unos jeans azul claro. No traía maquillaje, pero ni eso ni su cansancio impedían que se viera radiante.

—Iré a reunirme con el informante— dijo el hombre, y Janie dejó de teclear para observarlo—. Vendré luego a recogerte.

—Puedo acompañarte— apagó el tabaco en el cenicero.

—Prefiero encargarme de esto solo, Janie. Es muy peligroso.

—Por eso quiero acompañarte. No me gusta que estés reuniéndote a solas con ese tipo.

El hombre soltó un suspiro y sonrió a boca cerrada. Por mucho que él insistiera a la chica de que no se preocupara por él, ella lo hacía, y debido a eso se sentía amado. Javier caminó hacia el escritorio de Janie y se puso junto a ella, inclinándose y apoyándose en la madera.

—Sé lo que hago— le dijo en voz tranquila—. Llevo casi veinte años en esto, y lo puedo manejar. Además, no me hará nada porque soy lo único que puede salvarlo de pudrirse en la cárcel. Si te ve conmigo— bajó la cabeza—, sabrá que eres mi debilidad y seguro querrá abusar de eso.

El agente tenía razón, pero eso no significaba que la chica podría estar tranquila al respecto. Rechinó los dientes y suspiró, rindiéndose. Volvió de nuevo a concentrarse en la máquina de escribir, haciendo que el sonido de las teclas retumbara en el lugar. No quiso decirle nada más porque sabía que Janie se retraía cuando se preocupaba. En cambio, plantó un beso en su cabeza, haciendo que parte de su rostro se hundiera en sus rizos rubios. Percibió el aroma de su shampoo de lavanda.

—No me voy a tardar— dijo cerca de ella, a lo que la chica asintió sin mirarlo—. Te llamaré cuando esté cerca para que salgas.

Janie volvió a hacer un movimiento de cabeza para confirmar que lo había escuchado, pero seguía observando lo que escribía. El hombre no dijo nada. Le convenía que la chica estuviera distraída.

Salió al parqueadero, y el cielo tenía ese hermoso color rosado y naranja, dando a entender que faltaba poco tiempo para que oscureciera. Entró a su auto, y pasó una mano por su rostro con nerviosismo. Odiaba mentirle a Janie, pero era la única manera de poder hacer lo que tenía que hacer.

Se colocó sus lentes de sol amarillos, y puso en marcha el coche.

***

Francisco había alquilado un par de películas en Blockbuster antes de ir a casa. Calentó una de las casi veinte bandejas de comida preparada que ocupaban todo su congelador y tomó asiento en el sofá una vez que esta estuvo lista para comer. Acercó el desayunador portátil que fielmente descansaba en el sofá listo para ser usado, y tomó el control remoto para darle el botón de play.

Había colocado en el VHS aquella prácticamente nueva película de Tom Hanks llamada Tienes un E-mail. Mientras comía su carne asada con puré de papas, no pudo evitar pensar en lo aburrida que estaría Janie viendo una película como esa. Estaría quejándose todo el tiempo.

Burn With Me (Arderemos Juntos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora