Duality ♡ YoonTae

Sesión final

Después de unos minutos que a Taehyung se le hicieron horas, Yoongi le soltó y lo arrastró con suavidad hacia adentro de la vivienda, cerrando tras de sí. Llevó cual niño pequeño al castaño, que solo sollozaba mientras se tallaba un ojo, sin poder parar.

Se sentaron ambos en el sofá, el mayor quitando su abrigo y su bufanda y el menor corriendo se puso en la otra punta, en un intento patético de no caer ante los encantos de Yoongi de nuevo. Éste le miraba fijamente, como siempre, lo sentía, sus ojos negros y penetrantes en su anatomía, analizando los cambios que había dado su cuerpo, que no eran muchos.

Yoongi carraspeó, intentando llamar su atención, consiguiendo solo que Taehyung alzara un poco la cabeza sin dejar de esconderse tras sus manos. Eso le hizo reír, seguía siendo un lindo bebé. Entrelazó sus propios dedos, buscando las palabras correctas para iniciar esa conversación, le debía demasiadas explicaciones.

-Taetae, me gustaría, lo primero, pedirte disculpas, por mi comportamiento en tu casa de aquella vez y por huir sin decirte nada – Taehyung abrió uno de sus dedos para mirar por ellos, viendo a Yoongi con la cabeza agachada y jugando con sus manos. Adorable – Me comporté como un imbécil celoso y te hice daño. Lo siento.

- Quiero seguir pidiendo disculpas por huir así, pero fue absolutamente necesario, tú no venías a verme, realmente estaba desesperado – Se mordió el labio – Mi poca cordura estaba yéndose al traste, rompí varios muebles de mi casa. Mi otro yo no dejaba de torturarme recordándome constantemente como te había tratado, la situación era muy fea.

Taehyung apartó las manos de su cara para verle bien, con el corazón totalmente encogido. Yoongi lloraba, sus lágrimas caían por sus abultadas mejillas, yendo a parar algunas a los labios algo maltratados por tanto mordérselos.

-Me tuve que ir de allí, mi siguiente objetivo serías tú y lo último que quería era hacerte algún tipo de daño, me costó mucho, pero me controlé – Levantó sus ojos – Solo hay una persona aparte de ti que me aguanta así que corrí en busca de mi mejor amigo. Jin jamás me dejaría hacerte daño, el me ataría si es necesario.

- Me tomó dos semanas tranquilizarme, con ayuda de calmantes y mi amigo, pero lo conseguí. Entonces lo decidí, no podía seguir contigo estando así, lo mejor era mudarme y desaparecer de tu vida – Cuando se dio cuenta, el menor le había agarrado las manos y le escuchaba atentamente, con los ojos muy abiertos y curiosos – Jin me ayudó mucho, entre ambos buscamos una clínica de rehabilitación, tengo el dinero más que de sobra para pagarla.

- ¿Clínica? ¿Rehabilitación? – Por fin, se atrevió a hablar, sin entender a qué se refería.

- He estado todo este tiempo encerrado, en constantes terapias, enfrentándome a mis miedos, no he conseguido unir las dos personalidades, pero he conseguido con demasiado esfuerzo y cansancio – Sonrió – dejar de ser posesivo, ahora mis celos se pueden comparar a cualquier persona normal y corriente.

Aquello impactó en la mente de Taehyung con fuerza, noqueándolo. En ese mismo momento se arrepintió de todas y cada de las veces que lo maldijo, que lo insultó en la soledad de su cama, que se enfadó con él por abandonarlo.

-Hace un mes que salí del todo, de vez en cuando me daban permisos para dar paseos, algunas veces fui por nuestro antiguo edificio, con la esperanza de verte o por tu consulta, pero no coincidíamos – Subió su mano a la mejilla del moreno, algo dudoso, con intención de acariciarla, para su sorpresa, no se quitó – Un día me descubrió Jungkook, hui, pero ese enano con complejo de conejo corre más que yo. Le expliqué todo como pude, él se alegró mucho, quería decírtelo, pero yo le hice prometer que hasta que no me recuperase no iba a decirte nada.

- ¿Kookie lo supo todo este tiempo? Se va a enterar – Ambos rieron, Yoongi siguió.

- Me dijo donde vivías ahora y ese mismo día corrí a verte, estabas en tu jardín, tirándote de los pelos y riéndote solo, tenías mucha gracia – Taehyung se sonrojó – Me quedé observándote durante un rato, te extrañaba tanto, hasta que de repente te levantaste de golpe y me tiré al suelo corriendo, no quería que me vieras. No volví desde entonces, supe que la tentación de dejarme ver sería demasiado para mí y no me contendría en ir a por ti.