Pollos sin cabeza.

3 1 0
                                    

En solo algunas horas el ejército de la alianza había dejado como rastro de su existencia un campo de batalla con cráteres y charcos de sangre, por toda la gran pradera habían cientos de cuervos que median cuarenta centímetros de altura únicamente.

Aunque en la pradera ya no había nadie ni siquiera el ejército de Lyon aún había personas rapiñando lo que quedó y no fue recogido.

El ejercito de Lyon se encontraba horas más adelante, apunto de llegar a la primera ciudad de la alianza.

Mientras que todos en el ejército de Lyon se encontraban pensando fríamente, todos los líderes de la alianza corrían de allá para acá como pollos sin cabeza, buscaban en los tratados con diferentes países para ver si podrían recibir una ayuda de cualquier tipo... Pero su país no tenía más que tratados comerciales con los comerciantes mismos... Ningún país se había tomado el tiempo de conquistarlos porque era un punto económico bastante útil, sin embargo solo era eso.

Hoy el falso rey de la alianza estaba en su trono esperando su muerte... El lo sabía bien, ya no podría volver a tener la vida de un pobre, y si se volviera famoso en algún trabajo entonces trataría con algún comerciante que lo reconociera y vendiera su información... Para el no había escapatoria.

El castillo estaba bastante desolado, no había más que diez personas en el gran castillo, todos los sirvientes y mercenarios contratados escaparon con mucho oro un día antes... Y según se enteró la situación no era mejor en toda la alianza... La situación era tan mala que incluso llegó a sus oídos un rumor de que su hija ahora era una protituta... El sabía que la guerra vendría por eso envío a su hija lejos, sin embargo el carruaje donde iba fue atacado por bandidos y para ellos la jovencita no fue más que un objeto que usar y cuando se aburrieran desechar... La situación llevó a su hija a ser vendida como esclava y finalmente trabajar en un prostíbulo.

Un hombre cuyo deseo lo había llevado a esta situación, su deseo de ser un hombre importante ya se había cumplido sin embargo quería a el héroe más fuerte del continente bajo sus pies y de manera indirecta dió instrucciones a sus ministros, además su arrogancia al creer que era un hijo de un dios fue rápidamente apagada poco después de que ocurriera la última batalla contra el ejército de Lyon, se decía que la diosa de los caballeros errantes descendió y lo ayudó en su pelea... Y por si fuera poco lo llamó "hijo"... Los dioses no consideraban a todos los mortales sus hijos...

Este hombre que había vivido regocijandose en su arrogancia de una historia que se había pasado en su familia de generación en generación ahora sabía que si bien podría ser real este dios ya no los consideraba sus descendientes... Ya no tenía más que esperar de manera sombría en su trono a que una espada fría cortara su cabeza.

Un Mundo CaóticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora