Un cielo Azul. Capitulo 2

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Capítulo 2

Como me lo recetó el doctor.

*

Se miran y algo así como la ley de la inercia, la de gravedad, la ley de Acción y Reacción, Causa y Efecto o alguna otra ley física, filosófica y definitivamente alguna ley Química, hace que ambos extiendan sus manos sin que sus cerebros registren esa acción a ciencia cierta.

Y la ciencia deja de tener impacto de cualquier índole cuando sus manos impactan una contra la otra: Electricidad. Sus dos pares de ojos quedan fijos por varios segundos en los respectivos dueños de esas manos.

Sus mejillas se colorean de un rubor instantáneo más evidente en aquel chico, de piel tan blanca y de cabello lacio, perfectamente peinado hacia atrás, rubio dorado, como dorados son sus ojos, que para Agoney, parecen hechos de algún tipo de imán de los que no puede fácilmente apartar su mirada. La mandíbula recta, perfectamente esculpida y desafiante. Esos labios gruesos, rosados, provocativos y masticables. Aquel lunar que los adorna más todavía como una maléfica conspiración en su contra. Y esa sonrisa, algo tímida, pero cruel. Muy cruel. Una sonrisa que mata. Agoney alucina con el menor de los Vázquez quien luce con elegancia un traje casual beige, de dos piezas y una camisa rosa pálida, abierta hasta el segundo botón, sin corbata y zapatos de piel marrón. Un vínculo perfecto entre elegancia y seducción. Y su mente toma un alto vuelo, al infinito... Y más allá.

"Joder con los Vázquez. Álvaro está muy bien, pero este chico, parece un modelo. ¿Será uno de los modelos de Álvaro? Un hombre tan guapo, no puede ser hetero, por favor."

Agoney pasea su vista por todo aquel cuerpo de catálogo que tiene enfrente. "¡Qué hermanos tan diferentes!" Piensa. Es algo más bajito que él y mucho más que Álvaro, quien es más alto que ambos y que ahora los observa, un poco asombrado del mutuo empanamiento y con cierta morbosa satisfacción que hace a su mente de empresario especular y felicitarse por creer más aún, que ha sido muy acertado el convencer a su "hermanito" para este puesto. Se aplaude muy fuerte en su cabeza, ya que, él mismo reconoce que Raoul es guapísimo y que la primera impresión siempre cuenta, aunque, por supuesto, confía en su talento, su capacidad y don de gente. Cree que si alguien puede convencer a Agoney de firmar con ellos, ese es Raoul.

Raoul traga en seco y en lo menos que piensa es en el atisbo de picardía y complacencia que reconoce en el rostro de su hermano mayor, a quien pilla de reojo mordiéndose una sonrisa traidora. Álvaro, jamás le contó cómo era físicamente Agoney, le habló de su talento como artista y lo impresionado que quedó al escucharle cantar, pero nunca le dijo que era como una aparición alucinante, como salido de una obra de arte, con aquel perfil griego perfectamente simétrico, esa piel ligeramente tostada, sus ojos negros, profundos y expresivos que no podía dejar de mirar y un cuerpo que le despertaba desesperadamente bajos instintos.

"¡Oh, por Dios! ¡Ese chándal blanco! ¿Qué pretende, matarme? Uff... Álvaro... ¡¿Qué me has hecho?!"

Se fija en su cabello, largo hasta los hombros, húmedo, recién lavado a juzgar por el olor a manzanas verdes que desprende, y recuerda que según su hermano, Agoney, viene de una banda de rock. Pero Raoul se anota mentalmente buscar la forma de cambiar su look para modernizarlo, en caso que hagan negocios juntos. Porque piensa que le iría mucho mejor en el género Pop, por lo que ha escuchado en algunos audios, que le envió su hermano la noche anterior. Y aunque las apariencias no deben importar ni definen al artista y aun cuando ese pelo largo le queda muy bien, piensa que un buen corte, le vendría mejor y estaría más acorde con una imagen popera. Ya se verá lo que piensa el otro.

—T-tu hermanito dices... Mucho gusto, Raoul, yo soy Agoney.

—El gusto es todo mío, Agoney. Ya ansiaba conocerte. Yo soy Raoul, el hermanito —Sonríen.

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