Un Cielo Azul. Capítulo 10

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Capítulo 10

El precio de la fama.

—¿Quién es Robert? —pregunta Agoney con temor a su respuesta, pero con ganas de saber a la vez.

—¿Robert?.... Eeee —Era lo que menos esperaba Raoul que le preguntara—. ¿De dónde sacas a...? Ufff... Robert... Él... Bueno... Yo-

—Está bien, Raoul. No tienes que decirme. En definitiva, yo no-

—No, no... Espera, Ago —Le toma de la mano cuando el cantante se levanta del sofá. Le hace volver a sentarse y también se sienta—. No te vayas.

—Parece que es un tema difícil para ti y recuerda que no tienes que decir nada que no quieras. Pero supongo que es alguien importante. Tranquilo, Raoul, al final, yo no soy nadie.

—No digas eso. Eres todo lo opuesto a nadie. Y es realmente un tema difícil, pero prometí explicarte.

—Sí, dijiste que a tu regreso de Inglaterra me explicarías. Pero de verdad, no es necesario si te afecta tanto —dice demostrando un desinterés que no siente, pero dándole a Raoul una salida para no hablar—. Son tus cosas.

Raoul le toma la mano y se la besa. Agoney siente como si se estuviera disculpando de antemano con ese gesto. Y así mismo es.

—Robert, fue parte de mi vida los tres últimos años. Primeramente fuimos amigos, luego follamigos esporádicos y de ocasión, lo cual se fue haciendo más habitual, después nos enamoramos, fuimos novios y llegamos a vivir juntos los últimos meses que estuve en Inglaterra. Él es el único hijo del dueño de la compañía para la que yo trabajaba y en la que llegué a ser el segundo al mando. Su padre me tenía en muy alta estima...

—Vaya... Entonces... ¿Por qué dejaste todo eso y regresaste aquí? —pregunta algo abrumado. Separa su mano de la de Raoul, aunque con delicadeza, pero con el temor de ser un intruso en aquella relación.

—Porque se acabó la magia. Porque ya no sentía las mariposas... Porque ya no soportaba seguir ocultándome y... Porque dejé de quererle.

—¿Ocultándote dices? ¿De qué? ¿De quién?

—De todos, Agoney, incluso de su familia. Robert, no había salido del armario y tiene 30 años. Todo lo bonito que tuvimos, lo vivimos a escondidas. Y eso fue lo que mató todo lo nuestro. Al menos, para mí.

—¡Madre mía! Ufff... Esto es muy fuerte. ¿Dices que por casi tres años estuviste en una relación a escondidas? ¿Y su padre? ¿Cómo no se dió cuenta?

—James, era, o es, un homófobo y no sabía nada de-

—¿James? Ese fue el nombre que mencionaste cuando Álvaro te llamó aquella noche ¿Quién es James? ¿Qué pasó con él?

—James J. Robertson, es el padre de Robert. Lo que pasó es que ya lo sabe.

—Ah, vale. ¿Y por eso tuviste que ir allá? —Raoul asiente—. ¿A enfrentarlo? ¿Te hizo algo? ¿Te amenazó?

—No. No me amenazó, pero sí tuve que enfrentarlo. Aunque no fue por él que fui a Londres tan urgente. Fue por Robert... Él... Intentó quitarse la vida.

—Que ¿qué? ¿Intentó? Pero, ¿está bien?

—Está vivo, si a eso te refieres-

—¡Ay, Dios, Raoul! ¿Qué fue lo que hizo? Madre mía, Raoul, lo siento... Yo aquí con mis preguntas tontas y tú... Perdóname, no debí... —Agoney lleva sus manos a su boca y con temor vuelve a preguntar—. ¿Lo hizo por ti? —Raoul ha agachado la mirada. A Agoney se le estruja el corazón—. Y te sientes culpable... ¿Cierto?

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