Un Cielo Azul. Capítulo 15

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Capítulo 15

Perficción. (Perfección + Ficción)

*

Los nuevos esposos han partido en la madrugada del 1 de septiembre hacia su Luna de Miel en una preciosa villa al sur de París, propiedad de los Robertson, donde estarían aproximadamente tres meses. Más que Luna de Miel, es la oportunidad que habían encontrado para meter a Robert en un nuevo estudio y tratamiento en una clínica especializada de aquella ciudad. Las esperanzas de encontrar una cura o mejoría eran escasas, pero tenían que ser optimistas y agotar todas las posibilidades que aparecieran.

Raoul, a pesar de la gran angustia que lleva en el pecho desde hace unos meses cuando supo del intento de suicidio, seguido de la enfermedad de Robert y que luego decidiera poner a un lado el amor que siente por Agoney, para acompañar al primero en lo que le quede de vida, se muestra ecuánime, comprensivo, atento y hasta cariñoso con su esposo. Se ha propuesto aceptar su nueva realidad y cargar como pueda su cruz, la que él mismo escogió, con la mayor dignidad posible. Todo aquel que lo conozca, sabe que Raoul, no es feliz. Pero eso es algo que tratará de esconder de los demás a como dé lugar. Aunque a veces, será demasiado complicado.

Margaret Robertson, su suegra, ha decidido pasar una temporada con ellos y así ayudar en lo que sea con su hijo, estando a su lado todo el tiempo que pueda. James, ha tenido que regresar a Londres después de la boda por cuestiones inaplazables de negocios.

—Raoul...

—Margaret, buenas tardes. ¿Estás bien?

—Ah, yo sí, más o menos... No, Raoul, no estoy nada bien.

—¿Te sientes mal?

—Oh, no, no soy yo... ¿Dónde está Bobby?

—Él está dormido. La boda, el viaje... Ha sido demasiado para él. Es mejor si lo dejamos descansar.

—Mi pobre hijo... Y tú, que te has sacrificado tanto... —La mujer llora sin poder evitarlo. Han sido muchos meses de mantener la entereza y aparentar que todo está bien, cuando no lo está. Raoul la abraza y la consuela. La deja llorar en su pecho.

—Tranquila, haremos todo lo que podamos para aliviarlo. No se trata de mí, sino de Bobby. Y para mí no es ningún sacrificio ayudarlo a que esté mejor.

"Ha sido el mayor sacrificio que haré en la vida, pero ellos no tienen que saberlo."

—Pero todo esto te ha cambiado la vida y nosotros nos sentimos mal por eso. Te hemos pedido demasiado...

—Vosotros sólo queréis lo mejor para Bobby y yo también. Aquí nadie se tiene que sentir culpable. Nadie me obligó a tomar mi decisión. Yo también lo quiero y voy estar a su lado, pase lo que pase.

¿Qué más voy a perder?

—Qué buen hombre eres, Raoul. No tienes idea cuán agradecidos estamos James y yo. Eres como un ángel que llegó a nuestras vidas y nos has enseñado lo que es el amor y la bondad. ¡Qué ciegos fuimos! Tal vez, si-

—No hagas eso Margaret, no te mortifiques con lo que pudo ser. Eso ya es pasado. Lo único que en realidad importa es estar con él, ayudarlo, darle tiempo de calidad en familia, demostrarle que lo queremos y que estamos aquí, el tiempo que sea.

—Siempre tienes razón. Por algo mi hijo te adora. Gracias por todo, hijo. ¿Puedo llamarte hijo?

—Por supuesto, ahora lo soy, aunque sea por un parentesco político. Puedes llamarme hijo, si quieres —Margaret lo abraza y Raoul besa sus mejillas tras secar sus lágrimas—. Iba a pedir un té, ¿me acompañas?

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