Un Cielo Azul Capítulo 22

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Capítulo 22

La mitad que le falta.

Finalmente entran, después de haberlo pensado un rato. Un portero les abre y les da la bienvenida. Ya dentro, tienen que esperar unos segundos para adaptar su vista a la penumbra. Hay un salón amplio, bastante oscuro, con luces escasas de colores opacos. Un grupo de personas deambulan por allí con disfraces impresionantes, las hay vestidas y también semidesnudas. Se pueden ver muchos pechos y culos al aire libre, también pollas enclaustradas en lo que parecen ser cinturones de castidad. Se escucha una música de fondo de diferentes ritmos aleatorios, pero todas muy excitantes. Algunos bailan, se contorsionan, gimen mientras son azotados, unos solo miran y otros están quietos en posiciones muy incómodas, como si fuera un castigo. Se nota que juegan diferentes roles según sus caracterizaciones. Es alucinante.

—Joder, Ago... ¿Qué es este lugar?

—No lo sé en realidad, pero me hago una buena idea. A juzgar por lo que estamos viendo y escuchando, esto puede ser el Cielo o el Infierno... Depende de-

—Buenas noches, señorita, caballero... Mi nombre es Madame Janina. ¿Cómo puedo ayudaros? Pedid y se os dará..

—Buenas noches. ¿Qué lugar es este? —pregunta Maricruz bastante asustada—. O sea, creíamos que era un tipo de club, pero...

—Ya veo que sois primerizos. A ver, esto ciertamente es una especie de club, pero uno muy especial. Aquí nos dedicamos a muchas cosas, pero sobre todo a haceros realidad vuestras más íntimas, ocultas u oscuras fantasías sexuales —Maricruz aprieta con fuerza el brazo de Agoney—. Hazme saber tu deseo y será —Agoney sonríe y contempla impactado de arriba a abajo a aquella mujer.

Tiene unos 30 años, un hermoso rostro de facciones perfectas, piel blanca y tersa, ojos azules, un cuerpo escultural, cabello rubio muy largo, maquillaje nada sutil, aunque sin exageraciones, pero elaborado y sugerente. Parece más alta de lo que es en realidad debido a sus altísimas botas de cuero negro hasta las rodillas a juego con todo su atuendo del mismo material. Agoney está impresionado, a primera vista le atrae mucho aquella chica, que a pesar de que lo disimula muy bien, su nuez de Adán y su voz grave le hace saber enseguida que fisiológicamente es o fue un chico. Nunca había conocido físicamente a una persona trans.

—Eres hermosa. Realmente... Hermosa —es lo único que dice Agoney.

—Muchas gracias, caballero. Usted también es muy guapo, al igual que su acompañante.

—Gracias. Pero... ¿Qué hacéis aquí exactamente? No quisiera meterme en cosas raras —pregunta Maricruz bastante nerviosa.

—Como os dije antes, cumplimos vuestras fantasías, ansias, caprichos, necesidades. Todo aquello de lo que os habéis cohibido, aquello que deseáis y os lo habéis negado por vergüenza o el qué dirán. Aquí nadie os juzgará. El Ángel Caído, es un sitio donde solo conseguireis placer de la forma que vosotros queráis. Tenemos un catálogo que podéis consultar de cosas que podéis hacer, recibir u obtener, según vuestros gustos. Nada es raro, si es lo que os gusta o da placer.

—¿Tú también estás en el menú? —pregunta Agoney con descaro y sin tapujos, como si estuviera en su ambiente habitual. Maricruz lo mira extrañada de que le tire fichas así a una mujer. Pero ella no sabe lo que Agoney sí. Le aprieta más el brazo, pero el cantante está eclipsado con aquella visión.

—No. Yo soy la dueña. Pero os puedo recomendar-

—A ti. Te quiero a ti. Acabo de tener muchas fantasías contigo en este momento.

—Bueno —Ella sonríe complacida—. Me siento halagada, caballero, pero eso no será posible hoy. Ya tengo agendadas mis citas de esta noche. Lo siento mucho —Hace una seña a un camarero y este les trae una copa de martini con tres aceitunas a cada uno, que aceptan agradecidos—. Pero permitidme daros un recorrido por el lugar y así tendréis una mejor idea de lo que os he explicado. Y tal vez encontraréis algo que os apetezca... O lo vinisteis a buscar —lo dice de forma tan sensual que Agoney siente un calor recorrerle todo el cuerpo.

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