Un Cielo Azul. Epílogo

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Un Cielo Azul

Epílogo.

Amor total.

—Mi amor, no estés nervioso. Robert está bien, ya verás. La posibilidad de que esté enfermo es mínima —Agoney trata de darle ánimo a Raoul, pero él mismo está muy asustado.

Han recibido noticias de Chile. Encontraron a una joven de 19 años muerta. Al parecer se arrojó de un puente cerca del Internado de Concepción, donde vivieron Emma e Isabella y donde dejaron abandonado a Robert. La mujer había fallecido dos días antes de ser hallada por unos pescadores. Tenía cabello rubio y ojos azules. En su puño cerrado había una nota que decía:

Por favor, Internado Hijos de la Luna, les suplico que cuiden a mi hijo. Yo ya no puedo más y no tengo a nadie. Perdóname Roberto.

M.

Era la misma caligrafía de la nota que encontraron en el bolso que estaba junto al pequeño Robert el día de su hallazgo. El señor Constantino, les avisó enseguida a Raoul y Agoney, pero no sólo para comunicarles que la mujer, parecía ser la madre biológica del niño y quien según las averiguaciones policiales, no tenía familiares ni domicilio conocido y que era una prostituta, sino para decirles, sobre todo, que abandonó al bebé y se quitó la vida porque supo que era VIH positiva.

Aquello fue una trágica noticia que los sumió en una profunda tristeza, ya que había la posibilidad aunque fuera mínima, de que el niño fuese portador del virus. Y ahí están ellos, en aquella clínica especializada en dicha enfermedad, esperando los resultados de varias analíticas que le están practicando en ese momento. Una enfermera se ha llevado a Robert hace más de dos horas y aún no sabían nada. Se morían de los nervios y los consumía el dolor. En muy poco tiempo habían aprendido a amar a su pequeño y ya no se imaginaban la vida sin él. Es cierto que en la actualidad el VIH no es un virus mortal, pero no deja de ser uno que no tiene cura y en el peor de los casos, puede causar el SIDA, que es una enfermedad fatal. Así que, tanto ellos como toda la familia estaban consternados y a la expectativa, con un enorme pesar en el pecho.

Raoul se abraza a su prometido y llora. Agoney, lo acaricia y no puede evitar las lágrimas tampoco.

—¿Crees que será el karma, Ago?

—¿Karma? ¿Por qué? No le debemos nada a nadie, Raoul.

—Por llamarlo Robert o por ser tan felices tú y yo con nuestra familia.

—¡No! No quiero que pienses así. Tú siempre has sido muy optimista. No vuelvas a repetir eso. Robert ya se llamaba Roberto cuando llegó a nuestras vidas. Su nombre solo está en inglés y en cuanto a nuestra felicidad... Creo que nos la merecemos, por todo lo que hemos pasado. No nos pueden castigar por ser felices. Somos buenas personas y haremos felices a nuestros hijos. Las niñas tampoco han tenido una vida fácil y Robert... A Robert lo vamos a querer aunque esté enfermo.

—Gracias cielo. Tienes razón en todo, solo tú puedes devolverme la paz, aunque sea un poquito ahora mismo. Claro que vamos a quererlo digan lo que digan los resultados de las analíticas. Por eso te amo tanto. Eres la otra mitad de mí y a la vez, mi todo.

—Mi lobito precioso y azul —Agoney logra sacarle una pequeña sonrisa.

—¿Sabías que en inglés una de las formas que hay para expresar tristeza es la frase: I'm feeling blue? (Me siento azul).

—Lo sabía, por eso te dije "lobito azul". Pero, no estés triste, mi lobito rojito, porque estaremos juntos para lo que sea y porque firmemente creo que el puto destino de los cojones no puede hacernos otra putada más de las que nos ha hecho.

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