Un Cielo Azul. Capítulo 24

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Un Cielo Azul

Capítulo 24

Un principio sin fin.

—Nadie nos va a ver. Lo prometo. Estamos solos aquí. Los asistentes de vuelo no van a venir, a menos que los llamemos, me aseguré de eso.

—Entonces vamos ya, por favor, que estoy demasiado cachondo, no aguanto hasta llegar a New York —dice Agoney besando sus labios y se pone de pie para ir hacia el baño de primera clase. Raoul palmea sus nalgas cuando lo tiene parado frente a él.

"Madre mía, ese culo".

Unos segundos después Agoney le abre la puerta del pequeño baño y apenas la puede cerrar porque los brazos de Raoul lo aprisionan contra el lavabo.

—¿Tienes una idea de cuánto he necesitado esto? Estar así, a punto de follar contigo —le susurra al oído y le quita la camiseta. Besa toda la piel morena y caliente que tiene delante. Agoney jadea, le acaricia la espalda y las nalgas, apretándole contra su pelvis—. Pero dijimos que haríamos las cosas correctamente.

—No jodas Raoul, te juro que no es momento de filosofar.

—Oh, yo estoy más desesperado que tú, te lo aseguro. Pero necesito hacer esto, Ago...

—¿Hacer qué, mi amor?

—Uff... me matas cuando me dices mi amor —Agoney sonríe y besa sus labios.

—Eres mi amor... Ya te lo dije antes. Pero ahora te voy a comer todo y lo haré con mucho amor... Ya no hables —Lo besa con furia y también se deshace de la camisa de Raoul. Ataca su cuello blanco, lo lame y chupa debajo de las orejas. Por unos segundos, el rubio se pierde en esas caricias, jadea, gime. Pero lo detiene—. ¿Qué haces? Sigue...

—Ago, escúchame, cielo...

—¿Querías venir al baño para hablar? No puedes ponerme así para ahora detenerme, Raoul ¿Qué tortura es esta? Ven, mi amor —se lo susurra de forma tan sensual que Raoul se derrite y casi se desconcentra de lo que quería decirle.

—Espera, Ago... Solo quiero decirte cuatro palabras más —Agoney sigue besando y acariciando cada palmo de su piel descubierta.

—Uhmmm...

—¿Quieres ser mi novio? —le dice entre jadeos. El moreno detiene lo que hace, lo mira a los ojos y puede ver allí todo el amor que necesita para responder.

—Creí que ya lo éramos, desde que te dije que ya no tenía más dudas. Sí, claro que sí quiero, mi lobito romántico. Ahora bésame, novio y ya no te detengas, joder.

Raoul sonríe y se abalanza a sus labios, al mismo tiempo le desabrocha el pantalón y se lo baja arrastrando también su ropa interior. Desliza sus manos por los laterales de su cuerpo mientras se pone de rodillas. Lo mira desde abajo y Agoney jadea con anticipación, enredando sus manos en su pelo.

—¿Sabes cuánto he extrañado esta cosa? —Dice sujetando la polla de Agoney que parece un misil frente a su cara.

—Pues ahí la tienes, toda tuya. Cómetela...

—Mía... Al fin mía —susurra relamiéndose con avaricia.

Raoul, lame, chupa, succiona, lo disfruta. Agoney se deleita mirándolo, recuerda de un tirón lo experto que es su lobito, gime sin preocuparse de si alguien los escucha. Se siente flotar. Sus sentidos se multiplican, o tal vez se nublan, ¿quién sabe? Cierra los ojos porque es demasiado. Raoul acaricia sus nalgas, chupa también sus huevos. Agoney siente que se deshace cuando el rubio vuelve a meterse su polla en la boca, llevándola hasta lo más profundo de su garganta. Por unos pocos minutos se la folla sujetando su cabeza y tiene que aguantar como puede un grito cuando se corre en aquella boca caliente, que chupa y succiona hasta tragar todo.

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